No podía este neonato Festival Lírico haber programado una ópera diferente que “La Traviata” para levantar el telón. Primera en representaciones en la actualidad y una de las más conocidas y esperadas por cualquier público del mundo. También se podía haber arrancado con algo fuera de lo común, algo que resultase novedoso y que contentase a foráneos y locales, pero se trató de Verdi y su melodramática obra, con lo que el público operístico encontró de forma fácil esa característica parcela artística que colma sus expectativas emocionales en lo relativo a estética musical y escénica.
Este Festival Lírico de La Coruña, que nace ahora con Verdi bajo los auspicios y nombre del Consorcio para la Promoción de la Música y la dirección musical de Amigos de la Ópera, promete grandes conciertos en esta temporada y habrá que estar atentos para no perder de vista los más importantes, debido en parte a su diversidad.
El reparto de figuras fue de primera línea: Elena Mosuc en Violetta, Celso Albelo en Alfredo y Leo Nucci en Giorgio. Elena Mosuc se mostró muy convincente en aspectos técnicos y musicales. Interpretativamente, “Addio del passato” estuvo a una grandísima altura, permitiéndonos entender las diferentes secciones del aria con un marcado sentido expresivo. Violetta transmitió musicalidad, delicadeza y perfecta latencia en el sonido. Celso Albelo es un clásico de Palacio. Notamos ciertas diferencias tímbricas en los extremos de su voz, y alguna imprecisión en sus ataques, faltando pulcritud en la exposición de algunas frecuencias. Y Leo Nucci muy en su papel, con voz nítida y potente, gran profesionalidad y, en ocasiones, cierto abuso de los típicos portamentos hacia la nota real; afortunadamente, cada día menos habituales.
Hay que reseñar la gran calidad media de los demás cantantes, entre los que destacamos a Nuria Lorenzo, Alba López y Francisco Pardo. La OSG tuvo momentos gloriosos, como el Preludio, y otros más normales, debido, probablemente, a la especial batuta de Ramón Tebar, pero con un gran resultado en general.
También gustó la escenografía, con un equilibrio perfecto entre lo factible y la imposible.