El ramo

Los coruñeses tenemos la suerte de pertenecer a un extraordinario país y haber nacido, pese a todas sus imperfecciones y quebrantos, en una época que depara ventajas y beneficios jamás conocidos: traída de aguas domiciliaria, red eléctrica, alcantarillado. Al margen de servicios públicos de alumbrado y otras delicadezas urbanas, también contamos con suministros de propano, gas y calefacción. Son bocatto di cardinale que jamás pudieron disfrutar los personajes más encumbrados de otrora. Pero toda ventaja ofrece su inconveniente. Los pros y los contra. Aspectos favorables y desfavorables de una misma cuestión. Así, frente a la comodidad del confort, las prisas de averías por haceros la puñeta. Yo lo he experimentado, tras la entrada de un año apacible y con una sonrisa profidén, al sufrir los días más fríos, lluviosos y desapacibles incluida ciclogénesis marcanoroeste galaica.
Sin embargo los dioses ciegan a quienes quieren fastidiar. Falló la calefacción central de un edificio muy proclive a las influencias climáticas porque se alza solitario en medio de una plaza, recibiendo bofetadas meteorológicas a diestro y siniestro. Hubo urgencia por rescatar ropa de abrigo, pellizas, bufandas y guantes y los dichosos braseros arrinconados en el trastero. Lo malo es que inducen al sueño y su mala combustión-a los noticiarios me remito-pone en peligro vida y haciendas.
Igual me ha sucedido como advertencia comparativa. Mi santa esposa ha recibido un cálido ramo de flores que dura más de lo habitual. Al no existir calor artificial los vegetales del obsequio mantienen lozanía, frescor, hermosura. Aromas intensos y delicados. Fragilidad. Belleza. Flores de pascua, maravillas, olorosas. Rosas, azucenas, jazmines, nardos, narcisos silvestres, lirios, alelís, campanillas. Impresiona el buen aspecto del ramo. Un doctor Fausto vegetal de tulipanes amarillos, blancas margaritas, campanudos granates...

El ramo

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