Los aniversarios suelen celebrarse o recordarse en lo que pudiéramos llamar periodos de tiempo redondos: un año, cinco, veinticinco y otros. Por eso, cuando instituciones, partidos políticos o particulares se salen de estos hábitos sociales más o menos habituales, cabe bien pensar que camuflan otros objetivos.
Es lo que habría hecho Pedro Sánchez a través de un apunte en su cuenta de twitter: rememorar los nueve años –inusuales nueve- del cese de la actividad de la “banda terrorista” ETA, vencida –escribió – “por la democracia y el Estado de derecho”. ¿Pero qué puede haber pretendido en el fondo con ello el presidente del Gobierno?
Tal vez, justificar y alejar del foco político y mediático los acercamientos a cárceles próximas al País Vasco de no pocos etarras sin arrepentir que está practicando el ministro Marlaska. O quizás contrarrestar un estudio hecho público por la consultora GAD 3 que lleva por significativo título “La memoria de un país. Estudio sobre el conocimiento de la historia de ETA en España”. Descorazonador documento.
Lo más llamativo de éste es la ignorancia de los jóvenes al respecto, incluso ampliando el margen de juventud hasta los 35 años. Por sólo citar los datos más significativos: seis de cada diez de los consultados no son capaces de identificar quién fue Miguel Ángel Blanco; muy pocos recuerdan qué les ocurrió a Ortega Lara e Irene Villa; un 30 por ciento todavía cree que los atentados del 11-M fueron obra de la banda terrorista vasca.
Si bien en los libros de historia ETA se reduce a una simple tabla estadística sin análisis de su origen y consecuencias, no habrá que dejar de lado la política de blanqueo que están practicando Gobierno y PSOE mediante sus pactos con el intocable Bildu y con otros gestos, como el “profundo pésame” que en público el presidente trasladó por el suicidio en la cárcel de un interno vasco que por terrorismo cumplía veinte años de reclusión. O el comunicado oficial sobre la muerte del que fue director general de la Policía y militante socialista hasta 2008 Joan Mesquida, en el que Moncloa se refiere a ETA utilizando los términos de “lucha armada”, tan queridos en el mundo abertzale.
Así las cosas, ¿qué tipo de relato en las instituciones políticas cabe esperar por parte de los herederos del conglomerado etarra si el gran público desconoce sus acciones más crueles? No otro que el de “constructores y artesanos de la paz” que hoy predican.
Cumple finalmente agradecer al candidato y líder de Vox, Santiago Abascal, que en el pleno de la moción de censura y tras la intervención de la portavoz de Euskal Herria Bildu leyese desde la tribuna los nombres uno a uno de todos los asesinados por ETA. Un oportuno homenaje. Al menos en cuatro páginas del Diario de Sesiones del jueves queda constancia de todos ellos. Casi mil crímenes.