Helena, xuicio a unha lurpia

En el Rosalía, ciclo principal, buena entrada, la compañía Teatro do Atlántico conmemoró el día internacional de la mujer representando “Helena, xuicio a unha lurpia”, de Miguel del Arco. La dirección y diseño de iluminación corresponden a Xulio Lago, apoyado en sobria escenografía de Antonio F. Simón. Antes del comentario crítico me interesa puntualizar algo. No creo en adjetivaciones genéricas. Tampoco soy feminista. El hombre y la mujer son iguales por ser afortunadamente distintos. Tres ejemplos clarificadores: a) La descripción de Dulcinea del Toboso por Don Quijote, que expresa mi ideal de belleza –soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz…–; b) el respeto y libertad que debe presidir la interrelación de la pareja –no hieras a la mujer ni con el pétalo de una rosa–; y c) la conclusión definitiva de Mark Twain –tras rencillas domésticas cotidianas– del epitafio de Adán en la tumba de ella: Donde estuvo ella, estuvo el paraíso.
El autor, pega un mordisco al mito de Helena –reina de la belleza, conflictiva, bélica, enamorada de Paris– y lo sitúa en el mundo actual, en la hora veinticinco de guerras, hambrunas, emigrantes, refugiados, populimos, dictaduras, machismo, violaciones y esclavitud. Una denuncia a favor de esa frágil criatura que apela a su coraje para salir adelante. Al tiempo las circunstancias circunscriben cortos donde flota la levedad del ser… Helena, encarnada por una maravillosa María Barcala –que declama, canta, gime, conmueve y atrae–se ofrece al juicio de la pena del telediario que nos azota. Se brina como mujer de mal vivir, ratera, bruja, prostituta y meretriz mientras suena un piano y contempla las botellas y copas que atestiguan su dipsomanía, ahora que ha perdido su hermosura con el paso el tiempo. Así mismo recuerda al apuesto Paris orlado de retranca, humor y miedo por la violencia que sufren muchas mujeres… Desde el escenario un énfasis didáctico de lección teatral.

Helena, xuicio a unha lurpia

Te puede interesar