Os amores de Jacques o fatalista

Producciones Teatrales Excéntricas ofreció en el Rosalía –asistencia testimonial– dos representaciones de “Os amores de Jacques o fatalista”, de Denis Diderot con ayuda poética de Laurence Sterne. Bajo un paraguas determinista –todo ya está decidido– el famoso director de la Enciclopedia Francesa describe el viaje hecho por Jaime y su amo a ninguna parte. Primero el servidor cuenta diferentes lances hasta quedarse ronco, y entonces su interlocutor toma la palabra y narra personales experiencias. Relatos intercambiados. Anécdotas. Hechos. Flechas lanzadas a las diana del amor: enamoramiento o seducción, hondura de sentimientos o simples impulsos instintivos, engaño o ingenio, adulterio o promiscuidad… Un cóctel muy agitado que sosiega la aparición de la posadera y su equilibrio femenino y sin ataduras.
Quico Cadaval asienta reales con talante dramático y firme dirección. Lástima del argumento –novela teatralizada– y sus derivaciones colaterales. El elenco, tras visitar treinta escenarios, asume diferentes roles y crea situaciones: Don Quijote y Sancho Panza, bailarines de ballet y escenas de cine mudo, canciones, mimos, esperpentos. Las acompaña la música de Piti Sanz y el recuerdo de la actriz María Casares.
El espacio escénico corresponde a Marcelino de Santiago “Kukas”. Destaca el mobiliaro –sillas, compartimentos, caballetes y tablas– que engancha y multiplica efectos. Correcta iluminación, dirección musical y vestuario. Convendría corregir el espacio sonoro para escuchar a los actores… Por contra un notable así de enorme para la representación gestual de Víctor Mosqueira, Marcos Orsi y María Costas. Llenan el escenario con brillantes actuaciones. Bailan, cantan, posan, gesticulan. Desde el mimo a la farsa. Figuras de guiñol movidas por hilos invisibles y llenas de vida. Itinerario de hacer, poner y expresar emociones. Cuerpos que definen estados de ánimo.

Os amores de Jacques o fatalista

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