Tlodas las ciudades, pero especialmente las medianas, como A Coruña, se enfrentan a un futuro incierto. La crisis persistente, la globalización y la revolución tecnológica se llevó por delante un modelo que creíamos consolidado. Lo que se anuncia obliga a ser audaz, aplicando políticas que marquen nuevos caminos. Necesitamos reaccionar para favorecer nuevos entornos de bienestar, que, innovando, combinen lo económico y lo social y cambien la inercia actual, despertándonos de esta languidez conformista.
Un nuevo contrato social está a las puertas ante la amenaza de la desaparición masiva y acelerada de muchas formas tradicionales de trabajo por la aparición de tecnologías disruptivas generadoras de valor que hay que saber interpretar.
Las ciudades que afrontan este futuro desarrollan políticas que aspiran a la sostenibilidad, ponen en marcha proyectos que favorecen una urbanidad acogedora e integradora y su idea de bienestar va mucho más allá de lo asistencial. Por eso es preocupante comprobar cómo en A Coruña estamos dilapidando el modelo de bienestar que crearon gobiernos socialistas preparando el camino para el futuro.
La ecuación sociodemográfica de A Coruña es dura: cada vez hay más mayores, nacen menos niños, los jóvenes se van con su talento en la maleta y se instalan en la ciudad menos familias. ¿Hay alguien ahí que sepa leer los números? ¿Dónde está la estrategia de bienestar de la ciudad? ¿Dónde las políticas activas para que mayores, jóvenes y familias sepan que contamos con ellos, que les necesitamos?
Hemos vuelto a priorizar las ayudas de emergencia y los cheque comedor. Y claro que es necesario que existan, por eso los creamos los socialistas hace veinte años, pero ya no se trata de eso. El bienestar ya no es beneficencia, es empoderar a barrios y personas desde lo público, acompañados de la sociedad civil, haciéndolos partícipes de un proyecto, que no de ayudas. Un proyecto que convierta nuestra ciudad en socialmente responsable y económicamente sostenible. Las comunidades impulsadas por la innovación social, revitalizan las ciudades con una fuerza renovada, minimizando la vulnerabilidad de sus vecinos.
Una persona o entidad no tiene que dar las gracias por una ayuda, es la ciudad la que tiene que agradecerle que forme parte del proyecto colectivo de mejora del bienestar. Pero para eso primero hay que tener proyecto.
Invertir en innovación del bienestar es necesario para fortalecer barrios y comunidades si queremos mantener el pulso del futuro. Con el problema que tenemos demográfico ¿Cómo pueden faltar plazas de guarderías? ¿Cómo no ayudamos a la conciliación familiar y laboral con todas nuestras fuerzas? ¿Qué mensaje de esperanza reciben nuestros jóvenes? Hemos retrocedido décadas en políticas de bienestar.
Los socialistas, ya en los 90, creamos la Red Coruña Solidaria. Queríamos una sociedad civil activa, viva e integradora, formada por entidades vecinales, sociales, culturales, deportivas, sindicales, educativas y de emprendimiento. Fuimos pioneros de una cooperación para el bienestar en clave red. Hoy todo eso ya no existe. Toca repensar la estrategia de bienestar para el 2019-2023: apostar por la innovación social y creer decididamente en el empoderamiento de personas, entidades y barrios fortaleciendo, de nuevo, el trabajo en red de la ciudad.