Arranca marzo y cada día que pasa el objetivo del Gobierno de tener vacunado al 70 por ciento de la población de cara al no tan lejano verano parece más espejismo que realidad. Por unas circunstancias u otras, ni los países avanzan a la velocidad prevista ni las farmacéuticas por ahora producen al ritmo acordado.
Todo un panorama que hace temblar al ya muy debilitado sector turístico ante la perspectiva de que por segundo año consecutivo haya de enfrentarse a una nueva debacle económica. Y es que en nuestro país un retraso en el plan de vacunación haría perder, según estimaciones solventes, 60.000 millones en ingresos turísticos, debido a que recibiríamos 30 millones de viajeros menos que si se cumpliera el plan de inmunización.
No es, con todo, un problema específico o exclusivo de España, sino también de la Unión Europea. Para abordarlo, Bruselas ha puesto en marcha la iniciativa llamada “pasaporte covid” o “pase digital verde”, cuyo objetivo es facilitar dentro del espacio comunitario viajes y desplazamientos y hacerlo con suficientes garantías sanitarias
La información que podrá incorporar esta especie de certificado será la prueba de vacunación, la adquisición de anticuerpos y los resultados de test de aquellas personas que aún no hubiesen sido vacunadas. Será presentado oficialmente dentro de unos días y la idea es que los Veintisiete adopten una decisión sobre el mismo en la cumbre de finales de finales de mes.
Controvertido salvoconducto, con todo, a juzgar por las reticencias manifestadas por varios Estados miembros. Lo que más preocupa a algunos, entre los cuales se cuentan el Benelux, Francia y Alemania, es el potencial elemento discriminatorio que puede suponer convertir este certificado de vacunación en un sistema que abra unas fronteras que continúan cerradas para quienes no dispongan de tal documento, y máxime cuando la vacuna no es obligatoria.
En cualquier caso, la propuesta ha ido ganando impulso merced a la constante presión de los países del sur y más dependientes del turismo, como España (12 por ciento del PIB), Italia (13 por ciento) y Grecia (20 por ciento). Ya en enero Atenas propuso la idea como solución para relanzar la actividad turística este verano. Portugal y Austria, entre otros, también apoyan.
En definitiva y al día de hoy, se trata de un embrión que empieza a tomar cuerpo y que cuenta con el favor entusiasta del turismo y la hostelería, las dudas de la salud pública y las reservas del Derecho sanitario.
Al agitado momento que se vive en Bruselas ha venido a sumarse el hecho de que empieza a resquebrajarse la estrategia de afrontar de forma conjunta la crisis sanitaria. Varios países, con Hungría al frente, han empezado a buscar salidas unilaterales apostando por antídotos desarrollados en Rusia y China. El riesgo de la estampida y del sálvese quien pueda vuelve a cotizar al alza, como al principio de la pandemia.