Una historia naval con el puerto de La Coruña como protagonista

Una historia naval con el puerto de La Coruña como protagonista
Galeón de tres mástiles. Armada de Felipe II, 1588

En el descubrimiento de América, Cristóbal Colón lleva en su primera expedición una carabela denominada “La Gallega”. La rebautiza como “La Santa María” y en su cuarto y último viaje se lleva otra denominada “El Gallego”, ambas fabricadas en astilleros gallegos.


Cuando corre el 19 de junio de 1588, arriba en La Coruña una parte de la Armada de Felipe II, que procedía de Lisboa. El resto lo haría de un modo paulatino, hasta lograr reunir en la rada de La Coruña hasta 136 barcos de distinto porte.


Esta Armada había sido dispersa por efecto de fuerte temporal, no llegando a reunir la totalidad de los buques hasta el 10 de julio, en cuyo puerto algunas de aquellas naves tienen que ser reparadas de los desperfectos sufridos en su singladura, resultando la más afectada la “Santa María de la Rosa”.


Por esta circunstancia la bahía coruñesa se llena de carpinteros de ribera, calafateadores y toneleros, entre otros muchos oficios de la mar. El 22 de julio el duque de Medina Sidonia envía una carta al rey Felipe II, dando cuenta de la salida de la flota, del puerto coruñés, rumbo a Inglaterra, la cual se componía 136 naves diversas y llevaba a bordo unos 35.000 efectivos en armas.


Una vez la Armada se encuentra en mar abierto, sufrirá las consecuencias de los fuertes temporales en una estación que normalmente era propicia para la navegación, así como el duro acoso de los barcos ingleses, más, pequeños y de una mejor maniobrabilidad diezman entre unos y otros a esta Armada. Regresando al puerto de partida, tres galeones, “San Blas” “San Juan” y “San Bartolomé”. Dos galeras, “Diana” y “Princesa”, así como un patache.


Esta Real Armada se había abastecido de todo lo necesario en el puerto coruñés antes de partir, de modo que los suministros fueron como sigue: 314 pipas y 29 barriles de carne, cuyo peso era de 2.674 quintales. 856 quintales de tocino y 77 libras. Trece pipas de sebo, equivalentes a 81 quintales y 5 libras. 24 quintales y 61,5 libras de bacalao. 11 quintales y 61,5 libras de abadejo. 883 quintales de cecial y 36 libras y 2 pipas de sardina. 1.300 pipas de vino de Rivadavia, 200 de las Mariñas y 495 del Ribero.


Correos Marítimos

En el reinado de Felipe IV se fabrican, en 1641, ocho galeones y un patache en La Coruña, dando así lugar al nacimiento de los Astilleros Navales de Oza. En 1717, la Corte da instrucciones para hacer fragatas y navíos de guerra para la Armada, que se hiciese notorio en Galicia.


Su Majestad tenía intención de que continuase la construcción de fragatas en España, así como de otros navíos, los cuales debían portar entre los 50 y los 80 cañones, encargándose que puedan continuar sin riesgo de los caudales que percibieren de la Real Hacienda, ni hacer falta entregarlos en los tiempos que se obligasen. Pretendía el rey que se hiciese público en Galicia, Guipúzcoa y Vizcaya para construir fragatas de diverso armamento en La Coruña para la Armada. Esta instrucción se libra en San Lorenzo del Escorial el 29 de septiembre de aquel año.


La Coruña, dada su privilegiada situación marítima, se ordena en 13 de agosto de 1769, que se construya unos almacenes en el puerto para recoger los pertrechos de los paquebotes reales, haciendo dicha obra en la orilla del mar, siendo el lugar más apropiado el de la Península y punta, llamada de los Judíos, al Este de las Aceñas de José Jaspe.


Los Correos Marítimos suspenden sus servicios a La Coruña, en 1802, en que pasan a depender de Ferrol, dejando aquel edificio de tener función alguna, instalándose en el mismo la Real Fábrica de Tabacos, después de ser rehabilitado, el cual con el tiempo sería fábrica de Tabacos en 1802. Cuartel de las tropas de invasión napoleónicas en 1809 y penal de mujeres, esta última, se lleva a cabo junto con las labores ordinarias de la propia fábrica, causando numerosos problemas a sus trabajadoras, hasta que el penal es trasladado a unas naves sitas en la calle del Sol.


La línea de los Correos Marítimos había nacido en 1689, al establecerse entre Falmouth y La Coruña, en cuyos viajes se llegaron a realizar unos 40 por año, en ambos sentidos, aquellos veleros tenían un desplazamiento entre los 150 y 260 toneles. Su tráfico se basaba principalmente en el correo en general, valores mercantiles y algún pasajero, al no abrir la travesía al tráfico comercial, esta línea queda suspendida en 1763, al ser abierto el trayecto a Santander, por tanto a La Coruña, le quedaba solo la ruta abierta en 1764 denominada la Ruta de la Plata o del Mar del Sur, cuyos barcos se dirigían a La Habana, Montevideo y Buenos Aires, teniendo sus salidas desde La Coruña y el regreso al mismo puerto. Sus mercancías se comerciaban con todo el Norte y centro peninsular y también se importaba y exportaba a Inglaterra, Francia y Holanda.


Construcciones navales

Cuando el siglo XVIII amenaza tocar a su fin, se construyen en los Astilleros gallegos las siguientes fragatas para la Armada “Urquijo”, “Infante Don Carlos”, “Infante Don Francisco de Paula”, “Príncipe de Asturias” y “Batidora”. Cuyos navíos portaban 20 cañones cada uno, siendo la mayoría de ellos, tomados como presa por los ingleses en la batalla de Trafalgar en 1805, donde cambió el rumbo de la historia naval de Francia y España y supuso la supremacía de Inglaterra en las aguas de los mares que bañan el planeta.


La expedición Balmis

Supuso un hito en la historia de la humanidad, poco reconocida, pese al gran beneficio que causó, parte del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803, rumbo a América. Al frente de ella va el médico Francisco Javier de Balmis, junto con 22 niños, cuatro galenos y practicantes, a bordo de la corbeta coruñesa “María Pita”.


Para llevar la vacuna contra la viruela a las tierras de Ultramar, al mando de esta corbeta, está el teniente de fragata Pedro del Barco y de la Zendeja y en esa expedición viaja Isabel López de Sandalla o Zendall, rectora de la casa de Expósitos, quien, sin proponérselo, se convierte en la primera enfermera de carácter internacional. 

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