Tras conocer la posibilidad de que el convento de los Padres Capuchinos cierre y los frailes sean trasladados a otro punto del país, los vecinos y feligreses comenzaron a actuar recogiendo firmas y haciendo llamamientos para evitarlo. Tras esto, el padre Rosendo, que junto al padre Tejerina son los dos únicos religiosos que quedan en el convento, mostró su agradecimiento ayer por el cariño que le han mostrado en los últimos días.
Explica que la posibilidad del traslado se la comunicaron “hace unas tres semanas”, pero desconoce todavía cual sería el destino. “Tengo la esperanza todavía de poder quedarme”, indicaba ayer, ya que el objetivo de la congregación es “ser una familia”.
“Llevamos muchos años trabajando”, indicaba el sacerdote que apela a una actitud dialogante por su parte, y por parte de la orden religiosa, para poder acordar su estancia en el convento de Federico Tapia y que este no tenga que cerrar.
“La iglesia es de todos”, explicaba y, tras ver las muestras de cariño del entorno, añadía que lo es “más todavía de los feligreses”. “Somos una parroquia viva”, afirmaba el padre Rosendo.
Los vecinos y feligreses han dispuesto cartelería en las estancias del convento y del entorno, en la que piden que no se cierre, ni traslade. En la portería parroquial recogen también firmas para evitar esta situación. Además, mañana, después de la misa, se concentrarán a las puertas del edificio para mostrar, más si cabe, su apoyo a los dos religiosos.
“No es la cantidad, sino el cómo lo haces”, explicaba el padre Rosendo sobre las múltiples actividades que realizan, como el equipo de catecismo, los coros, el grupo de Cáritas o las diferentes liturgias.