El comportamiento de los coruñeses durante el fin de semana pasado, que coincidió con la extinción del estado de alarma, resulta controvertido. Mientras que la Subdelegación del Gobierno asegura que la situación “se ha enmarcado dentro de la normalidad”, fuentes de la Policía Nacional señalan que tuvieron que atender varias llamadas por peleas. Una de ellas, la más importante, fue en la plaza del Maestro Mateo (en Riazor) y en ella participaron unos 30 jóvenes. También disolvieron un botellón con 60 participantes en la plaza de Pablo Iglesias, en O Castrillón.
En contraste con la calma de los últimos meses, se puede decir que en el fin de semana pasado reinó bastante agitación A muchas de las llamadas recibidas por el 091 no se pudo contestar, o se respondió tardíamente, por falta de efectivos, pero aún así se registraron incidentes en el Pasadizo del Orzán, y en Matogrande, así como en la avenida del Puerto. En cuanto las autoridades hacían acto de presencia, los jóvenes echaban a correr, sin que llegara a practicarse ninguna detención.
En total fueron más de 20 intervenciones. En el lado positivo, apenas hubo heridos. Solo un implicado con un corte en la mano, aunque también hubo agresiones más extrañas, como un sujeto que denunciaba que le habían tirado cera caliente desde una ventana de A Falperra.
Todo esto ha llevado a varios sindicatos policiales (SUP; CEP; UFP y SPP) a protestar por las declaraciones de la subdelegada del Gobierno, Pilar López-Rioboo, que había señalado que no se habían registrado apenas incidencias. “Nuestros compañeros han tenido que esforzarse para poder atender las llamadas y nos parece que esa falsa valoración de seguridad no hace otra cosa que minusvalorar su trabajo”, declararon.
Conflictos vecinales
También los vecinos protestan. El fin del estado de alarma y la ampliación de horarios en la hostelería dejaron varios incidentes en el barrio de Matogrande. Peleas, desperfectos y hasta un lanzamiento de huevos desde una vivienda crearon una tónica de nerviosismo en la zona desde el viernes, incluso antes de la desaparición del toque de queda.
El presidente de la asociación de vecinos, Esteban Velasco, relata estos hechos poniendo especial énfasis en que la culpa de todo esto no es de la hostelería, sino de las personas que pierden los papeles a la hora de beber. Así, el sábado hubo una pelea en la calle de Juan Díaz Porlier pasadas las 23.00 horas; se dieron denuncias por exceso de ruido en Enrique Mariñas; y una farola del parque infantil de esta plaza apareció arrancada. “Una persona, al salir de un bar, se subió a la farola. Con el peso, cayeron ambos y esta quedó destrozada”, sostiene Esteban.
Además, muchos vecinos están hartos de ver cómo su barrio se convierte en una de las principales zonas de copeo de la ciudad. Es por ello que, el viernes, a las 22.00 horas, un residente de una vivienda que da a la plaza de Enrique Mariñas, lanzó huevos a unos clientes del bar Sampaio.
Los vecinos del edificio manifestaron su vergüenza ante los hechos, por lo que pidieron que no se vuelvan a repetir y temen que la denuncia de los afectados recaiga en toda la comunidad de propietarios. “Hay que buscar un punto en común entre los vecinos del barrio y los clientes de los bares”, afirma Velasco.