La celebración del Día Mundial de Riñón esta misma semana ha puesto de relevancia la importancia de donar órganos para salvar vidas. En la Oficina de Coordinación de Trasplantes del Chuac, que dirige Antón Fernández, conocen muy bien este proceso, que combina la solidaridad de las personas y la eficacia de los profesionales médicos.
intentamos fomentar la donación renal, porque es una acción solidaria que no implica una muerte de por medio
el 80% de los trasplantados sobrevive más de cinco años, sobre todo los de hígado
¿Hay motivos para ser optimistas con el balance de donaciones del hospital?
La cifra está más o menos estabilizada dentro de unos parámetros que se habían alcanzado, teniendo en cuenta la reducción del número de accidentes mortales (y con ello de donantes jóvenes) y, en el otro lado, el descenso de las negativas familiares.
El récord de trasplantes del Chuac es de 236. ¿En qué año se alcanzó?
Pues, si no me equivoco, en el año 2000. Por aquel momento estábamos haciendo el trasplante cardíaco y hepático de Asturias y esto contribuyó a alcanzar ese récord de intervenciones.
El año pasado se quedaron a uno de esta cifra.
La verdad es que desde 2007 no ha parado de incrementarse el número de trasplantes y hemos llegado al máximo de actividad. Tengamos en cuenta que en este hospital se realiza un trasplante cada 36 horas.
Entonces, ¿no cuentan con incrementar las cifras en 2013?
El objetivo es mantenerla y ojalá seamos capaces. Lo que tenemos que hacer es adecuarnos con lo que tenemos: aumentar la donación en vida, sobre todo de riñón, buscar donantes más mayores u otros tipos de donante, como aquellos que no fallecen en muerte cerebral sino a los que se les desconecta.
¿Lo que se conoce como donación en asistolia?
Concretamente en asistolia controlada o tipo 3. Hablamos de pacientes ya ingresados en las unidades de cuidados intensivos que no tienen viabilidad y se acuerda con los facultativos y la familia retirarles las medidas de soporte vital para ser donantes.
¿Es una técnica muy reciente?
En España hay seis o siete hospitales que están empezando, porque se acaba de aprobar el protocolo nacional; aunque en otros países llevan años haciéndolo.
¿Por qué se ha tardado tanto en implantarla?
Se consideraba que ni los ciudadanos en general ni los profesionales estaban preparados para esta técnica. Pero la sociedad española ha madurado mucho y todo lo que tiene que ver con la donación y el trasplante se ha incorporado a la mentalidad de la gente. Las familias lo entienden bien y saben que no hay nada que hacer antes del fallecimiento. Hay que dejar claro que no hablamos de eutanasia, sino la retirada del soporte vital de una persona que no es recuperable. Estos es algo que se hace cada día en la UCI de todos los hospitales, haya donación o no.
Mencionaba el objetivo de fomentar también la donación en vida, ¿a qué se refiere?
Sobre todo al trasplante renal, que se ha incrementado mucho en los últimos dos años. Es un programa magnífico desde el punto de vista de los donantes y los receptores, e incluso para nosotros, los profesionales, porque es una acción solidaria que no implica una muerte por medio. Además, en este hospital contamos con un programa de trasplantes de grupo incompatible o con receptores con mucha tasa de anticuerpos que nos ha permitido desarrollar la técnica de desensibilización previa. Por ejemplo, de los 24 trasplantes que hicimos el año pasado, ocho parejas eran incompatibles.
¿Cuánta gente está a la espera de un riñón, ahora mismo?
En A Coruña estaríamos hablando de unas 260 personas. Pero nos referimos en general a la espera para donante cadáver, que tiene una media de dos años. En el caso de donante vivo, el tiempo dependería de cada situación, aunque procuramos que desde que se encuentra uno el proceso no supere los cuatro meses. De hecho, el 50% de los trasplantes que realizamos son de gente que aún no está en diálisis.
¿Ha aumentado los índices de supervivencia?
Muchísimo. Una persona que se trasplante ahora tiene una esperanza de vida mucho más alta que hace diez años. La supervivencia es de más de cinco años en el 80% de los casos (sobre todo, en el hepático).
¿Hay algún tipo de trasplante que haya disminuido?
El de páncreas se redujo, pero no es una bajada notoria porque se hacen muy pocos al año. Tengo que decir que en los últimos años el que sí ha descendido en cuanto a número es el cardíaco, porque hay mucha menos necesidad de ello gracias a la mejora de las técnicas de tratamiento de las cardiopatías.
¿Qué tal está funcionando el banco de tejidos?
Muy bien. Estamos muy orgullosos, porque es el único banco que existe en la comunidad. Ahora mismo estamos aumentándolo con el de tejido corneal. Se trata de donaciones que no salvan vidas, pero que ayudan a mejorar, y mucho, la salud de la gente. Desde el punto de vista de la asistencia sanitaria y del número de personas que se benefician, su incidencia es incluso superior al de los órganos.
¿Cuál es la procedencia de los trasplantes del Chuac?
En tejidos, el 50% es de aquí y el otro 50% de fuera. En el caso de los órganos, podíamos decir (a ojo) que el 25% procede del hospital, el 50% del resto de Galicia y el 25% que queda de otras partes de España.
¿Hay algún otro reto que tengan pendiente?
Aparte de aumentar los donantes vivos de riñón, habría que hacer un esfuerzo en fomentar el tema de la médula ósea. Es una donación muy sencilla que puede salvar la vida de mucha gente. El año pasado conseguimos hacer 33 trasplantes.