Los placeros de Santa Lucía se hallan ya en tiempo de descuento

Los placeros de Santa Lucía se hallan ya en tiempo de descuento
El mercado de Santa Lucía, ayer | Patricia G. Fraga

Desde hace mucho tiempo, el mercado de Santa Lucía, en el corazón del barrio de A Falperra, languidece. Tan solo cuatro puestos siguen ocupados, cuando en su día estaban todos rebosaban actividad. La falta de mantenimiento del edificio por la antigua concesionaria, y el anuncio de que se construirá una nueva plaza y el centro de salud en ese mismo salón, provocó que el Ayuntamiento enviara el 30 de abril una notificación a los cuatro placeros anunciándoles que debían abandonar los puestos en cinco días. Tras protestar por la precipitación de la medida, les concedieron una prórroga “de dos o tres meses”. 


Ninguno de los afectados se opone a esta medida porque ya hace mucho tiempo que lo tienen asumido. Hace seis años que finalizó la concesión del mercado, y desde entonces se encuentran en situación irregular. En el caso del puesto de frutas y verduras, la placera se piensa jubilar, después de décadas en ese mismo lugar. Los carniceros ya han localizado otro local donde reabrir el negocio, así que tampoco les preocupa esta noticia. 


El viejo edificio acusa décadas de abandono y será sustituido por uno nuevo con un centro de salud


Por otro lado, Rosi, que lleva también toda la vida trabajando en su puesto, donde actualmente vende mascarillas además de otros articulos variados. Reconoce que siente pena al pensar que se va a cerrar el mercado de Santa Lucía, donde comenzó a trabajar cuando solo tenía 18 años.


“Antes estaba todo lleno: había cuatro o cinco pollerias, tres o cuatro fruterías, seis carnicerías, tres o cuatro panaderías, cuatro charcuterías y diez o doce puestos de pescado”, recuerda. Incluso los locales del exterior también estaban abiertos. 


Jubilaciones 


“Lo que ocurrió es que todos eran gente mayor y se fueron jubilando”, explica la placera, que niega que la fama de contrabando tanto de tabaco como de ropa, que siempre ha acompañado al mercado esté justificada. “Al principio ni siquiera vendían ropa de marcas, traían ropa y jabones de Portugal”, asegura.
Una vez se haya reconstruido el mercado, en un edificio que acogerá también el centro de salud, Rosi espera volver a retomar su actividad. Después de 30 años, ha echado raíces, y el gustaría seguir allí el resto de su vida laboral, con la gente que conoce, en el barrio donde vive desde pequeña. “Se lo comenté a la alcaldesa y me dijo que le parecía lógico”. 


Para los placeros, la situación actual no es culpa del Ayuntamiento sino más bien d el concesionaria, que nunca llegó a preocuparse de las labores de mantenimiento, “Ni siquiera le dio una mano de pintura”, señala. Ahora el mercado renovará mucho más que la pintura..

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