La plaza de María Pita se convirtió esta tarde en un auténtico mercado abierto al aire libre de la mano del proyecto Semente. En los puestos que se levantaron durante la mañana, el alumnado de los CEIP Francisco Javier, San Pedro de Visma y Franciscanas vendieron los productos que habían estado elaborando con el programa educativo “Semente: unha empresa na miña escola”. Este año, como no pudo ser de otra manera, se vivió una versión reducida del acontecimiento para poder cumplir con las normativas anticovid y solo pudieron participar ocho cooperativas
A lo largo del curso, los escolares estuvieron creando y gestionando sus cooperativas. De esta manera, aprendieron los conceptos básicos del trabajo en equipo, el márketing, o la contabilidad. El edil de Educación, Jesús Celemín, les entregó a los colegios San Pedro de Visma y Franciscanas dos premios a las mejores cooperativas, mientras que el colegio San Francisco Javier recibió un cheque regalo por su implicación en el proyecto que lleva años siendo uno de los acontecimientos más esperados cada fin de curso.
En los puestos, muy coloridos, se podían encontrar objetos decorativos y juguetes, como cohetes de cartón, juegos de mesa, artículos de papelería, pero también productos de los huertos que los alumnos habían cultivado con sus propias manos, como hierbas y flores, lápices, libretas, pinzas para el pelo, pulseras y casi cualquier manualidad imaginable.
160 ESCOLARES
participaron en las actividades que se desarrollaron entre los puestos y que contaron con animadores
Todo junto contribuyó a poner una nota de color a un evento ya muy colorido, entre otras cosas por la presencia de un zancudo que caminaba por entre los puestos amenazando al respetable con su martillo de goma, y ni siquiera el propio concejal de Educación se libro de sus atenciones. También se contó con otros animadores, payasos y juegos en equipo, siempre manteniendo la distancia de seguridad y otras medidas.
Una de las lecciones que pudieron aprender ayer los niños fue que el trabajo duro tiene sus frutos, porque toda la recaudación fue a parar a los bolsillos de los escolares que habían realizado a lo largo del año. Los 160 niños participantes, de edades comprendidas entre los seis y los doce años y procedentes de los cuatro centros educativos, disfrutaron así de una tarde tan didáctica como divertida, y el proyecto Semente pudo volver a la calle después del paréntesis que había provocado la pandemia el año pasado.
Este año, todo se vio reducido a la mitad, menos la diversión, porque lo habitual es que la plaza de María Pita sea tomada por unos 350 escolares repartidos entre 15 cooperativas. El próximo años todos volverán y la competencia capitalista será más descarnada que nunca.