Me pregunto si el teléfono de Iván Redondo se habrá quedado en silencio. Esa es una de las primeras señales de haber perdido el poder. Hasta hace unos días muchos presumían de tener el teléfono de Redond, de poder llamarle o recibir sus llamadas. Pero ya se sabe que a rey muerto, rey puesto, y hoy es el teléfono de Óscar López el que se cotiza entre los que se mueven en los aledaños del poder.
¿Qué estará haciendo Ivan Redondo? ¿Escribiendo sus memorias? ¿Quizá descansando? ¿Tendrá un montón de ofertas de trabajo y estará pensando por cuál decidirse?
Hasta hace unos días era uno de los hombres más poderosos de España, se decía que en el Gobierno había una bicefalia, Pedro Sánchez e Ivan Redondo, que tanto mandaba el uno como el otro, es más, que en realidad todo lo que hacía Sánchez estaba inspirado por Redondo.
El poder ejerce una atracción indudable y conocer, hablar, almorzar, tratar a Iván Redondo parecía hacer importantes a quienes lo lograban. Les confieso que yo no le conozco, tampoco nunca tuve interés en conocerle y es evidente que ese desinterés era mutuo.
Ojo, el desinterés no tiene nada que ver con la falta de reconocimiento a su talento como experto en propaganda y marketing. Simplemente es que no me interesan demasiado ninguna de las dos cosas cuando de política se trata.
Supongo que tiene que ver con que pertenezco a una generación donde se discutía de ideas y de proyectos políticos y que el debate público iba de eso.
Pero los tiempos cambian y vivimos tiempos de pensamientos líquidos en que a los ciudadanos se les trata como consumidores, y por tanto los políticos se dirigen a ellos como si fueran vendedores de detergente o de coches. Para eso se rodean de expertos en publicidad y adaptan esa publicidad a las nuevas herramientas de comunicación como son los tuits. Y todos tan contentos.
Iván Redondo es solo un experto en publicidad pero no en política, y en su sueldo entraba que Pedro Sánchez fuera presidente.
Sin duda, Iván Redondo se ganó bien el sueldo y trabajo a destajo. Llevó a Sánchez la Moncloa y este le colocó en el corazón del Estado dándole responsabilidades más allá de las habituales en un Jefe de Gabinete. Y desde su puesto de mando se dedicó a ayudar a Pedro Sánchez a sobrevivir en el poder. Su estrategia solo estaba encaminada en el mantenimiento del Poder porque ambos carecían de proyecto político pero ¿acaso lo necesitaban?. Les sobraba ambición y esa ha sido la herramienta que les ha unido y les ha servido para llegar hasta aquí.
Ahora Iván Redondo se ha quedado fuera del foco del poder y me pregunto qué quedará de la estrecha relación entre Sánchez y el vendedor de humo. Porque eso es lo que ha venido vendiendo Iván Redondo, mucho humo pero eso sí, humo con distintos colores para mantenernos distraídos.
A lo mejor tampoco tenía más que vender.