Una nueva vuelta de tuerca en el caso kitchen: Fernández Díaz, ex ministro del interior –conocido por tener de chófer a un ángel, amén de otros asuntos más turbios – ha pedido al juez que investigue a Rajoy y a Cospedal pues el caso Bárcenas no es un asunto de interior, sino un lio del PP. Ya empieza a desmoronarse la ley del silencio y cada uno de los implicados busca un salvavidas aunque tenga que quitárselo a los demás cómplices.
Otra vez el Emérito haciendo méritos para figurar en la lista de esos listos que han metido la mano en la caja del pan. Hacienda otra vea llama a su puerta y los tribunales estudian el caso. En contra otra vez, el PP quiere impedir que veamos al rey desnudo, como en aquel viejo cuento…
Pero aquí, en este sufrido país, el número de aprovechados no para de crecer. Leemos que las Mutuas investigan a un millón de autónomos acogidos al cese de actividad. De esa cifra más de veinticinco mil viven por estos lares.
Otro robo, eso si de guante blanco, nos llega a través del recibo de la luz. Y es que el más tonto se aprovecha del sol, el agua y el viento ante el asombro general y la paciencia ¿? de las administraciones. Pero que no le engañen pues en media Europa son los gobiernos quienes, vale la redundancia, gobiernan sobre esos bienes que son de todos.
La Justicia, así con mayúscula, que se interpreta a través de las leyes y normas, son patrimonio del común de la ciudadanía pero desde siempre el PP intentó llevarla del brazo. Curiosamente, el sistema actual, lleva la firma de Rajoy pero les servía cuando contaban con mayoría absoluta. Ahora desde la oposición ponen pegas en su renovación y, por si esto fuera poco, amenazan con situarse frente a cualquier renovación de las instituciones. Es, por decirlo claro y rápido, un partido anti sistema. Solamente recordando sus orígenes. En tiempos de la gaviota, ese animal carroñero, los populares (antes Alianza Popular) marcaban el territorio de la derecha dura y pura y ahora se encuentran cola variada competencia de Vox y Ciudadanos, olvidando tal vez su anunciado viaje al centro. Y no valen los gestos de algunos de sus barones, pongamos que hablamos de Feijóo, ya que su mensaje es claramente anticonstitucional, como demuestra su ejemplo más reciente: el filibusterismo con que tratan la renovación de la cúpula judicial.