El barrio de Os Mallos continúa sufriendo incidentes relacionados con las ocupaciones ilegales de inmuebles. En este caso, en el número 15 de la avenida de Os Mallos, donde descubrieron durante la mañana del domingo la cerradura forzada. Ante el temor de que fuera ocupada, los vecinos telefonearon a la Policía Nacional, que precintó el portal después de comprobar que no había ningún ocupante en su interior.
Para asegurarse de que no se produjera ningún allanamiento, la Nacional patrulló la calle de forma periódica durante toda la noche del domingo al lunes, sin que se produjera ningún incidente digno de mención. Sin embargo, los vecinos no se sienten más tranquilos por ello. Después de varios incidentes por el estilo, la inquietud ha cundido, y cualquier sujeto con apariencia sospechosa es comunicado a través de las redes sociales.
El número 15, como la mayor parte de los edificios escogidos por los okupas (todos gente en riesgo de exclusión social, a menudo toxicómanos o extranjeros en situación irregular) es un edificio antiguo, que llevaba tiempo semivacío, gente mayor que fue abandonándolo, y que hace poco se quedó sin residentes. De hecho, sus dueños instalaron una puerta adicional cuando quedó vacío, precisamente para prevenir sucesos de este tipo.
Sin embargo, también ocupan pisos vacíos en edificios habitados. A finales de agosto, una vecina descubrió que una pareja había allanado un piso de su propiedad en la plaza de Padre Rubinos. A pesar de que alertó inmediatamente a las autoridades, que identificaron a los sospechosos, uno de los okupas aseguró que llevaban una semana allí y no pudieron ser expulsados inmediatamente. Ahora la afectada, pasa por delante de su piso de Padre Rubinos casi a diario. Teme que los okupas, a los que no ha podido cortar el agua, consigan engancharse al tendido eléctrico. “Me han dicho que yo soy la responsable como propietaria”, explica.
Ya son varios los casos: dos edificios abandonados en la calle Noia, donde se han instalado jóvenes inmigrantes irregulares que habían sido expulsados de otros dos edificios de la calle de Doctor Fleming, un inmueble en la calle de Mariana Pineda, y un bajo comercial en la calle de Diego Delicado, entre otros.
Es un problema que divide a los vecinos: mientras unos no quieren darle demasiada importancia, temerosos de la mala publicidad que daría al barrio, otros quieren afrontarlo porque genera problemas de convivencia e inseguridad, pequeños robos, peleas, altercados, destrozos y suciedad, entre otros. l