Yolanda Díaz se ha convertido en la estrella mas refulgente del Gobierno. O al menos eso es lo que apuntan las encuestas sobre la vicepresidenta del Gobierno, elegida por Pablo Iglesias para ser la voz y el rostro de esa supuesta nueva izquierda que es o quiere ser Podemos. Además la señora Díaz viene ganando todas las batallas a la otra vicepresidenta, Nadia Calviño. Basta que la Vicepresidenta de Asuntos Económicos diga que algo no se puede o no se debe de hacer para que la vicepresidenta Díaz opine lo contrario y no solo eso, sino que acabe imponiendo su criterio y apuntándose tanto tras tanto.
Volviendo a las encuestas al parecer la señora Díaz empieza a ganar puntos en la izquierda, incluyendo a los votantes del PSOE.
La pregunta es ¿qué tiene de especial Yolanda Díaz para concitar tantos apoyos, para tener tan buena prensa? La respuesta es múltiple, pero yo destacaría que es una política que ha sabido imponer a Pedro Sánchez una “agenda social”, que además ha demostrado cintura para negociar con la patronal, a lo que hay que añadir que hasta ahora, como habla poco, no ha metido la pata, sin olvidar algo también determinante en esta sociedad de la “imagen” y es que la vicepresidenta no parece una revolucionaria a punto de derrumbar el Palacio del Invierno sino mas bien una ejecutiva de cualquier multinacional.
Pero ¿realmente Yolanda Díaz es lo que parece? En mi opinión más allá de las “formas” la vicepresidenta ha dejado claro lo que piensa en ese prologo que ha escrito para una reedición del Manifiesto Comunista firmado por Marx y Engels. O sea que la vicepresidenta no engaña a nadie, ha sido y es comunista y encuentra en el famoso Manifiesto una fuente de inspiración política. Naturalmente en el prologo no hay ni una sola línea sobre lo que el comunismo supuso para quienes lo padecieron hasta que cayo el Muro.
O sea que no hay que ser muy listo para llegar a la conclusión de que la señora vicepresidenta guarda un puño de hierro en guante de seda y que una vez más se hace realidad eso de que los árboles no dejan ver el bosque.
Eso sí, lo sorprendente es que el PSOE, empezando por el Presidente, no parezcan alarmados por el ascenso rutilante de Yolanda Díaz.
Y es que el PSOE puede llegar a resentirse en las urnas si la vicepresidenta lleva adelante su plan de poner en marcha un movimiento transversal más allá de las siglas de Podemos.
Hasta ahora la política social del Gobierno es obra, o eso parece de la vicepresidenta, por tanto es a ella a quien se le apunta el merito.
Mientras sus compañeras de filas, la señora Montero y ahora la señora Belarra, se dedican a llevar a cabo una peligrosa ingeniería social, Yolanda Díaz desde el ministerio de Trabajo y ahora además como vicepresidenta tiene en su haber legislado la subida del salario mínimo, la puesta en marcha de los ERTES y su prorroga, la regulación del teletrabajo, la regulación laboral de los “riders”, o la igualdad retributiva entre hombres y mujeres. Así que no es de extrañar su buen “buen cartel” ya que, al revés de lo que hizo Pablo Iglesias, está sabiendo utilizar la plataforma del Gobierno para consolidar su proyecto político y presentarse como una dirigente sin estridencias capaz de hablar hasta con sus adversarios.
Pedro Sánchez tiene muy al descubierto su flanco izquierdo, es más, tiene a su más formidable adversario, en este caso adversaria, sentada a su vera en el Consejo de Ministros.
Se podrá estar o no de acuerdo con Yolanda Díaz pero lo que es innegable es que es una política capaz que puede quitar un buen número de votantes al PSOE. Y lo hará con una sonrisa, escondiendo su ideología de hierro con ademanes de seda.