La ola de robos en comercios de la ciudad continúa sin que, por el momento, se hayan anunciado detenciones. En esta ocasión, la delincuencia ha golpeado la emblemática calle Real, uno de cuyos comercios amaneció con la luna totalmente destrozada y la calzada salpicada de cristales. Por la mañana, un operario estaba instalando paneles de madera que sustituyera el boquete que dejó el cristal roto.
Ese fue el principal daño que sufrió el comercio, una tienda de complementos, “Guante Varadé”, puesto que los ladrones solo tuvieron acceso al escaparate, y no a la tienda en sí, protegida por una reja metálica. La encargada, María Presa, solo echó en falta un sombrero, guantes y un fular. Que se sepa, no hay ningún testigo presencial de los hechos, y ni siquiera existe constancia de cuando ocurrió, puesto que no había ninguna alarma.
“Un vecino volvió a casa a la una y media, y asegura que estaba todo normal”, comenta Presa. A las tres y media, se personó en el lugar un coche patrulla de la Policía Nacional que recogió todos los objetos que no se había llevado el ladrón del escaparate y se los llevó a comisaría. Poco más se podía hacer. La encargada reconoció que no tiene mucha confianza en que se localice al autor del robo. “No es la primera vez que nos roban. Hace más de cinco años nos rompieron la puerta y nos entraron”, recuerda. Tampoco en aquella ocasión el ladrón fue identificado y detenido.
Pero ese caso es una excepción: en el resto de los robos, ni siquiera se llegan a encontrar testigos. La Policía Nacional llega nada más sonar la alarma, solo para encontrar la puerta forzada y los responsables huidos.