Y la vida sigue igual…

Eso decía, en una de sus canciones, Julio Iglesias y esto pasa en el PP. La guerra entre las familias de los populares ya hicieron historia en la etapa de Rajoy cuando los rivales eran Esperanza Aguirre y Gallardón, con lo que ya tenían el modelo para contener ahora a Ayuso y robustecer la figura de Almeida, por citar dos ejemplos que parecen copia.


Se trata de dirigir el partido en Madrid y no estar a lo que diga Casado. En medio de esta lucha –la batalla de Madrid– se han posicionado muchos “ex” con memoria y otros interesados en mantener la pugna por si les alcanza “un reintegro o un premio mayor. También tenemos a los que se ponen de perfil pero tiran la piedra para que nadie se olvide la mano que la tiró. Y aquí tenemos a un maestro, el señor Feijóo, que va malmetiendo –dijo que era normal la exigencia de Ayuso para dirigir Madrid– pues no quiere que le olvide su peña.


El riesgo es que olvida su trabajo –cobra por presidir la Xunta– y así se lo recuerdan los sanitarios y los maestros, amén de muchos ciudadanos. Y es que por aquí todo sigue con sus deficiencias y sus promesas. También la desigualdad: las organizaciones que atienden a los desfavorecidos repiten la misma frase: esto no es asumible y algo tienen que hacer las administraciones.


Todos sabemos que de manera preferente es un reparto más equitativo o, dicho de otro modo, que la presión fiscal como pieza básica sirva para conseguir que los pobres no sean cada vez más y más pobres y los ricos cada ejercicio contable más ricos. Lo dicen los que más saben, como el Consejo Económico y Social, que después de aplaudir la implantación de un salario mínimo social, pide una revisión entre los distintos salarios donde la precariedad es uno de los males y solo unos impuestos justos y mejor repartidos permitirán una labor social más efectiva .El virus multiplica las desigualdades, golpea a los hogares pobres y España es uno de los mayores ejemplos en Europa


Aquí, que todos nos conocemos sabemos de las carencias en sanidad –la visita a un especialista tiene el horizonte en dos o tres meses– mientras desde la Xunta echan balones fuera para evitar tal vez que se note la goleada que aquí sufren los pensionistas y los parados.

Y la vida sigue igual…

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