Los lugares donde los coruñeses lavaban sus trapos sucios a la vista de todos

Los lugares donde los coruñeses lavaban sus trapos sucios a la vista de todos
Aspecto de la lavadero del Orzán en 1930

Antes de existir el moderno invento de la lavadora la ropa se lavaba a mano y muchos coruñeses la entregaban a las lavanderas de Santa María de Oza, para que hiciesen la colada los que podían acceder aquel servicio, los menos onerosos se conformaban con ir al lavadero público de la zona en que habitaban en la ciudad, cuyos barrios estaban curtidos de clase trabajadora y eran los asiduos, las mujeres hacían la colada de la ropa familiar.


El Ayuntamiento coruñés toma en consideración en 1866 las quejas vecinales del proyecto redactado por el arquitecto municipal un año antes Juan de Ciórraga, suprimiendo los de las fuentes de San Andrés y Santa Catalina. Cambiando uno a la Plaza del Caramanchón, entre la fábrica de Marzal y la rampa de fortificación. Esto obliga al Municipio en 1893 edificar uno nuevo en el Parrote, el cual se derriba en 1948 situado al pie de la muralla del antiguo baluarte del Jardín de San Carlos. Que se alimentará del ramal de agua que sale de la fuente de la Plaza de la Harina, obra adjudicada en 1895.


Los vecinos y moradores de los barrios de ambas Atochas y Campo de la Leña, hacen uso del lavadero de San Amaro, los de Santa Lucía se sirven de las aguas que arrastra el río de Monelos, hoy canalizado bajo tierra y que desemboca en el mar por San Diego.


El lavadero del Caramanchón, tendrá una vida muy corta al desaparecer cuando en sus terrenos, con el derribo de las murallas de la Pescadería. se levanta el Grupo Escolar da Guarda. Se construyó uno nuevo para servicio del pueblo en la explanada del Orzán en un terreno que existía a continuación de la casa número 46 de la calle de Cordelería.


Una forma de vida

Esta forma de vida en los lavaderos estará presente hasta bien entrado el siglo XX. Hoy es difícil hallar alguno en pie, hay que salir fuera de la ciudad, el más cercano el de Palavea. El de San Roque fue tirado hace algún tiempo y los restos de sus piedras descansaron al pie de un hórreo que se mantiene erguido. Igual suerte corrió el de San Pedro de Visma, que fue demolido hace poco tiempo, ejemplos de un pasado de nuestra historia reciente que no se recuperó para memoria de las generaciones y estas supiesen la vida y desarrollo de todo un pueblo.


El de Feans sigue funcionando como antaño, pese a no recibir lavanderas, únicamente se escenifica el acto en las fiestas patronales en honor de la Virgen del Carmen para mantener viva la historia de este antiguo lavadero, que junto con el de Palavea y Elviña, son los únicos que existen hoy día en condiciones en la Coruña. En Feans hay tres lavaderos, uno situado a escasa distancia del núcleo del pueblo, el principal, un antiguo estanque de lavado reformado con tres losas de cantería donde se frota la ropa, el agua penetra en el recinto por medio de un caño de piedra y desagua por otro del mismo tipo. La solera es de piedra pizarra y dispone de un pequeño espacio para el ocio y su pilastra de madera sostiene el tejado. Otro lavadero próximo al cementerio en la margen izquierda en un desnivel del terreno, con estanque cuadrado recibe el agua de un arroyo, su estructura de cantería se encuentra abandonada. En la margen derecha, a veinte metros del anterior, hay otro lavadero de nueva fábrica de bloque y cemento con sus pilas de lavado del mismo material.


Se conserva otro en la Moura, de hormigón, los sillares del lavado son de piedra, cuenta con doce pilares que sostiene la techumbre del mismo material anterior. Actualmente, sus catorce pilas de lavado está lleno de escombros y abandonado.


En O Parrote

El lavadero de O Parrote lleva a un enfrentamiento al alcalde con el arquitecto municipal. Este no quiere hacer el proyecto, lo que irrita al regidor que amenaza con tomar medidas si no finaliza el trabajo para aprobación en la comisión del Pleno. Se había iniciado con la aprobación de la comisión municipal el 18 de noviembre de 1887 en la necesidad de instalarlo para sus vecinos, entre el Paseo de O Parrote, la casa y huerta del Capitán General y la muralla de San Carlos por la parte Sur.


En sesión del 22 de junio de 1891, el alcalde, José Marchesi Dalmau, aprueba la construcción en el punto señalado, no siendo hasta un año después cuando se haga el proyecto, incomodando al alcalde por la dejadez de Antonio de Mesa y Álvarez. Irá lindero a la muralla donde está la puerta del Gremio de Mareantes. Se llegan a realizar cuatro estudios, el proyecto final se aprueba en marzo de 1893 en la presidencia del alcalde Antonio Pérez Dávila, la obra la entrega el arquitecto municipal Pedro R. Mariño y Ortega el 26 de agosto de 1896, trabajo realizado por el contratista José María Parga.

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