Adiós a La Gata de A Coruña, el bar de las infinitas vidas

Uno de los espacios más emblemáticos de la Ciudad Vieja cerrá de forma definitiva el próximo sábado día 12
Adiós a La Gata de A Coruña, el bar de las infinitas vidas
Uno de los instantes de La Gata en los últimos nueve años

En pleno revival nostálgico de los iconos de la noche coruñesa, con la vuelta del Playa Club o el espíritu de Chaston, una de esas propuestas que siempre estuvo ahí pero que se mantenía al margen de las modas dirá definitivamente adiós. La Gata, un establecimiento tan difícil de clasificar como ecléctico en su propuesta y su clientela, se despedirá definitivamente de la oferta del ocio nocturno el sábado día 12. Por delante quedan dos fines de semana de despedidas por todo lo alto, el primero con las fiestas del Rosario como telón de fondo.


No alcalza las siete, pero las vidas de La Gata han sido unas cuantas y de lo más variopinto: desde restaurante italiano a chupitería pasando por la inclasificable realidad actual. Casi medio siglo de vida. Un total de 47 años de actividad. Simplemente rock and roll y buenrollismo como etiquetas válidas, además del cariño de todos sus clientes por María Cabezas, una propietaria que camino de los nueve años de gerencia ha decidido dar un paso a un lado. “Han sido nueve años con algo de todo: algún momento difícil y alguna ‘cagada’, por qué negarlo, pero creo que nos vamos dejando huella y eso será porque algo hemos hecho bien”, afirma. “Algún día publicaré mis memorias. No, tranquilos, lo que pasó en La Gata se queda en La Gata”, añade.

 

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Interior de La Gata


Cabezas aprovecha una comunicación en redes sociales también para agradecer a quienes han hecho del espacio un lugar singular. “Tendría que agradecer a tantas personas que seguro alguna me queda fuera. Si formaste o formas parte de esta gran familia, gracias de todo corazón”, apunta.


Institución 

Dos mitos de la noche, y también de bien entrada de la mañana, perviven conviven todavía en el establecimiento de la plaza de Azcárraga. Y es que, como si de un trofeo se tratase, permanece más vigente que nunca el cartel de El Caimán, aquel after al que muchos llegaban a gatas después de apurar los cierres del Orzán. Quizás, el próximo propietario haga convivir al caimán y a la gata, metáforas perfectas de la fauna que pululó de primera a última hora por la Ciudad Vieja.


La Gata tendrá una vida final, o una penúltima que dirían los veteranos de la barra. El nombre del felino desaparecerá de la nomenclatura y en lugar estará uno conocido por buena parte de la clientela. Pero de eso ya habrá tiempo para hablar después de los últimos bailes. Nadie, ni la gerencia actual ni la futura, quieren quitarle un ápice de magia al ‘hasta siempre’. 

Adiós a La Gata de A Coruña, el bar de las infinitas vidas

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