Desde el 3 de julio de 2021 la sociedad ha pedido, de manera insaciable, justicia para Samuel Luiz. Lo sucedido en el Paseo Marítimo de A Coruña conmocionó a todo el país y traspasó fronteras. Durante tres minutos y a lo largo de 150 metros, este joven de 24 años recibió un cúmulo de puñetazos, golpes y patadas que le llevaron a la muerte cerebral. No tenía ningún tipo de vínculo previo con sus agresores y, según testigos, entre las últimas palabras que escuchó mientras no podía defenderse se encuentra la expresión “maricón de mierda”. Hoy, tres años y medio después de perder la vida, “a Samuel solo le quedan ustedes”, dijo la fiscal, Olga Serrano, mirando a los ojos a los nueve miembros que componen el jurado popular. Y es que estos tienen en su mano decidir si el cumplimiento del deseo de la sociedad pasa por condenar a los cinco acusados que se sientan en el banquillo.
La portavoz del Ministerio Público considera que todos los interrogantes sobre la participación de los cinco procesados en el ataque al joven han sido probados. Es más, en su tenaz y emotivo alegato final afirmó que “todos hicieron actos esenciales para su muerte” durante los tres minutos que duró la brutal paliza. El 16 de octubre, cuando realizó su discurso inicial, calificó lo sucedido como una “cacería”, algo que mantiene después de casi un mes: “Una manada de lobos sale a cazar y tiene como objetivo una presa. Unos atacan, dan dentelladas, mientras otros impiden que el resto pueda auxiliar a la víctima, teniendo como objetivo causarle la muerte”. Matizó que no llama lobos ni a los acusados ni a los dos menores ya condenados, porque “los lobos cazan para sobrevivir. Los seres humanos son los únicos seres vivos que matan por regodearse. Fue una cacería a través de un ataque grupal y todos participaron en la fiesta de su cacería”. Los informes de los forenses sostienen gran peso del relato de la fiscal, y es que la muerte de la víctima fue consecuencia de una “suma” de puñetazos y patadas, por lo que no hubo un golpe letal.
Serrano incidió en el mantenimiento de la unidad del grupo durante el ataque, pero también en la “intención de matar”. “Han escuchado –refiriéndose al jurado– que los testigos hablaban de pelea, pero aquí no ha habido lucha ni batalla, aquí ha habido acoso con puñetazos y patadas, principalmente en la cabeza. Una suma de acciones hasta llegar al resultado final”. Todos los acusados, indicó, “eran plenamente conscientes de que con esos golpes había alta probabilidad de matar”. Para la fiscal la intención de causar el fallecimiento de Samuel es clara: “No cesaron, no pararon, no terminaron hasta que cae desplomado. Y entonces huyen del lugar. Esa es la intención de matar. No hubo opción de defensa, eran siete contra uno”.
En definitiva, quienes mataron a Samuel conformaban una “jauría humana” que quería “ver su sangre” y disfrutar “de su humillación”. Para que el jurado tenga presente la gravedad de lo ocurrido, puso énfasis en la duración del ataque, realizando una comparación: “Piensen en su canción favorita. Suelen durar, de media, tres minutos. Imagínense estar recibiendo golpes, la mayoría en la cabeza, durante el tiempo que dura esa canción”.
Serrano no cambió la calificación jurídica del delito para los cinco acusados, para los que mantiene la petición de pena de entre 22 y 27 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. Para Diego Montaña y Katy Silva añade una agravante de discriminación por condición sexual y, para Kaio Amaral, suma el delito de robo con violencia.
Sin embargo, añadió una calificación subsidiaria para Silva y Alejandro Míguez: se abre a la posibilidad de que, en caso de que el jurado no vea el delito de asesinato, se puedan juzgar como cómplices. La pena se reduce para ambos a catorce años y seis meses, en el caso de Silva, y a trece años en el caso de Alejandro Míguez. “Eran conscientes de la crueldad y percibían el dolor de Samuel” que sus amigos estaban causándole, señala. Además, “facilitaron la actuación de los otros tres acusados”, manifestó Serrano. Matizó que ella sí considera que fueron parte “esencial” y no “auxiliar” en la muerte del joven, pero si no se introdujese esta calificación alternativa, en el supuesto de que el jurado no viese delito de asesinato, “quedarían absueltos”, y es lo que trata de impedir.
Los abogados de Montaña y Freire se abrieron a la posibilidad de la calificación de un delito de homicidio y no de asesinato, como solicitan la Fiscalía y las acusaciones. El defensor de Silva pidió la libre absolución, al igual que el de Míguez, aunque este último admite la posibilidad de un delito de lesiones. El letrado de Amaral tan solo ve un delito de apropiación indebida porque se llevó el móvil de Samuel, por lo que también pide la absolución de su cliente. En el caso de Montaña se plantea homicidio por imprudencia grave y delito de lesiones.
El alegato de la fiscal se centró, tras exponer los hechos generales, en definir el papel de cada acusado y exponer su conclusión de las declaraciones de estos. “Tienen derecho a mentir, por eso pueden decidir no declarar”, recordó. Diego Montaña, el “macho alfa, el líder al que todos siguen”, comenzó la agresión. “Es el ejemplo de fuerza bruta y violencia. No ha querido nunca contar la verdad y ayer, aleccionado, dijo lo que es indiscutible, pero de lo demás no se acuerda. Él estuvo desde el principio hasta el final, igual que todos los demás”, sostuvo Serrano.
“No hace falta que Diego recuerde porque ya ha quedado acreditado su papel. Katy le señala dónde está Samuel y no parece que lo haga de manera tranquila porque a partir de ahí Diego ya se muestra agresivo. Los testigos manifiestan que amenaza a Samuel a grito de ‘a ver si te voy a matar, maricón’ y, a partir de ahí, agrede”.
Continuó explicando que “Diego nunca se desvincula del tumulto ni de la agresión, entra y sale y persigue a Samuel gritando ‘te voy a apuñalar’”. Una testigo, recordó, “dice que una personas con las características de Diego estaba agrediendo a Samuel hasta que se desploma”. Además, existe ADN suyo en la cara de la víctima, lo que para la Policía Nacional implica un prolongado y fuerte contacto, dijo, para concluir, afirmando, “es el responsable de la muerte de Samuel”.
A Alejandro Freire, alias Yumba, la fiscal lo calificó como “el lugarteniente del líder”, que derribó a la víctima al inicio de la agresión y luego organizó “una quedada para mantener un pacto de silencio” tras lo ocurrido, a lo que se sumaron numerosas llamadas en la madrugada del 3 de julio. “Por su versión de los hechos parece que nadie mató a Samuel. Freire acusa a los senegaleses y parece que incluso él es una víctima de ellos. Dice que lo golpearon y quedó aturdido, cómo estaría Samuel entonces”.
Criticó, a su vez, que este acusado dijese que “no hubo persecución, pero corrió con el grupo. La única verdad que dijo es que tira a Samuel al suelo agarrándolo por el cuello, de ahí las lesiones que presentaba en esa zona y de las que habló el forense”.
Silva, “la dulce niña Catherine que tiene una relación tóxica con Diego Montaña, con quien comparte su gusto por la violencia, tiene un carácter agresivo y airado”. Para la fiscal, Katy empujó a Lina, la amiga de Samuel, para evitar que pudiese auxiliarle. Esta procesada “contó una versión adaptada a sus intereses”.
La acusó de mentir aprovechando que las imágenes de la cámara no son nítidas en el segundo punto. “No hay desvinculación. Estuvo presente en el grupo aumentando el efecto intimidatorio y llevaba la cazadora de Diego mientras lo acompañaba. Lo único que le dijo a este era que se fueran porque llegaba la Policía”. En el Parque Europa, pese a su supuesto enfado con su pareja, “se quedaron como tortolitos”.
Olga Serrano acusó a la exnovia de Kaio Amaral de falso testimonio por su declaración durante el juicio. Sobre este procesado, “el listo de la clase que va a la Policía delatando a sus amigos y exculpándose él”, hizo hincapié en el testimonio de un testigo y en las imágenes que reflejan que “le lanzó una patada a Samuel” y el posterior robo del móvil de este. “Se apoderó del móvil aprovechando la brutal violencia que se estaba ejerciendo contra él”.
Sobre su rol en la agresión, la fiscal considera que “se ve perfectamente cómo le da una patada a Samuel, y no a ninguno de sus amigos ni a una farola”. “Era una agresión brutal y Kaio lanzó una patada. Luego entra y sale varias veces del tumulto”, finalizó.
Alejandro Míguez es “el mentiroso” porque “él mismo reconoció que había mentido en al menos tres ocasiones, por miedo; luego no declaró en su cuarta oportunidad y en este juicio, a la quinta, que tiene derecho a mentir, ha dado otra versión”, aseguró Serrano. “Ahí nadie separaba, Míguez entra para pegar a Samuel”, recalcó. La portavoz del Ministerio Público recordó que Míguez le dijo a un amigo que no pudo hacer nada porque “un negro lo estaba parando”, por lo que considera que “nadie te detiene si no estás haciendo nada”. Para Serrano hay “participación activa” de Míguez en el ataque. Es más, sostuvo que este finaliza la agresión al lado de Montaña.
Al terminar de describir el papel de los acusados, basándose en las pruebas testificales y periciales, la fiscal se refirió por última vez al jurado: “El arrepentimiento no se muestra con las lágrimas en un juicio. Ni ellos son María Magdalena, ni ustedes Jesucristo para impartir justicia divina. Esto es justicia terrenal”.
Después tomó la palabra Esther Martínez, de la acusación particular. Esta expuso que “no existe ningún tipo de duda razonable que ponga en entredicho que los cinco se han ido incorporando sucesivamente a la agresión a Samuel, todos contra uno, y sin posibilidad de defender”. Por su parte, el representante de la acusación popular, Mario Pozzo-Citro, incidió en los insultos homófobos: “Lo que te gritan cuando te matan es importante, marca lo que está pensando esa persona, y a Samuel le gritaron maricón”.