Los tres principales acusados por el crimen de Samuel Luiz se declaran a la vez inocentes y arrepentidos

Los procesados que están en prisión se desvinculan de los golpes finales
Los tres principales acusados por el crimen de Samuel Luiz se declaran a la vez inocentes y arrepentidos
Diego Montaña durante su declaración | Quintana

Era la jornada más esperada de la recta final del juicio por el crimen de Samuel Luiz. En el exterior de la Audiencia Provincial, decenas de personas y medios de comunicación esperaban la llegada de los abogados y los dos procesados que se encuentran en libertad provisional –Alejandro Míguez y Katy Silva–. En la sesión de este miércoles llegaba el momento de conocer la versión de los tres principales acusados, Diego Montaña, Alejandro Freire ‘Yumba’ y Kaio Amaral, que llevan tres años en prisión. Hasta ahora solo se les había escuchado pronunciar frases compuestas por monosílabos al inicio de cada jornada, pero este miércoles se sentaron frente al jurado popular para tratar de convencer a sus nueve miembros con sus palabras y, en algunos casos, emociones. Sin ir más lejos, el principal acusado, Montaña, apeló a la empatía: “Todo empezó por mi culpa. Si no fuese por mí, estaría vivo”. 


En realidad, Montaña, quien comenzó la agresión que llevó a la muerte del joven de 24 años, fue el último en testificar. Acostumbrados a verlo con semblante serio y apoyado sobre sus nudillos mientras los testigos le señalaban como autor del ataque, hoy se derrumbó. Fue el que dio su versión más rápido, pero su declaración dejó frases que erizaron la piel de más de uno en la sala. Solo contestó a las preguntas de su abogado, Luis Manuel Salgado, siguiendo una estrategia que ya se podía prever desde hace días. 

 

Alegó que estaba borracho y que las lagunas le llevan a no recordar gran parte de lo ocurrido en la madrugada del 3 de julio de 2021. Se considera “inocente” de asesinato, pero no negó los hechos. Entre lágrimas, dijo que solo quiere que se sepa la verdad. En la fatídica madrugada, señaló, bebió una botella de Johnnie Walker rojo con Red Bull, que compartió con su expareja, Katy Silva. “No recuerdo por qué me echó el portero ni recuerdo haber dado un golpe en la mesa. No lo niego, no digo ni que sí ni que no, pero no lo recuerdo porque la botella me la bebí yo casi entera”.


Al salir del pub –en este momento de la declaración rompió a llorar–, solo recuerda una cosa: “No tengo nada continuo de esa noche. Veo a una pareja grabándome y la siguiente imagen que tengo es estar golpeando a Samuel, no sé si puñetazos o patadas. Tengo también la imagen, cuando se termina el tumulto, de Katy diciéndome algo, pero no sé el qué”. Su testimonio no se extendió demasiado y sirvió para expresar su arrepentimiento. “Hay una imagen que nunca olvidaré y es la de ver el cuerpo de Samuel a mi lado derecho tumbado boca arriba con tres o cuatro personas rodeándolo”. 


Antes de concluir, quiso pedir perdón a la familia: “Todo empezó por mi culpa; si no fuese por mí, estaría vivo”. Su letrado, Luis Manuel Salgado, no hizo preguntas sobre el desarrollo de la agresión –afirmó que lo único que recuerda es pegar a Luiz al principio– ni sobre las expresiones homófobas que se le atribuyen y que componen una agravante de discriminación por condición sexual. La estrategia de la defensa, por lo tanto, fue apelar a la piedad, aunque se considere inocente de asesinato.

 

Un “forcejeo”

El primero en testificar fue Alejandro Freire, alias Yumba. Fue una declaración poco espontánea. Como adelantó su abogado, David Freire, minutos antes del inicio de la sesión, solo contestó a sus preguntas, evitando las de las acusaciones. Comenzó su relato declarándose inocente de asesinato: “Fue todo muy rápido”, manifestó. Este acusado, para el que la Fiscalía solicita 22 años de prisión por asesinato con alevosía y ensañamiento, contó que en la fatídica noche salió del pub de Riazor en el que habían estado de fiesta “para ir a hacer botellón a San Diego”. “Yo estaba debajo de las escaleras, escuché gritos y vi a Diego forcejeando con otro chico. Cuando miré ya los vi agarrándose, estaban solos él (Samuel) y Diego”. 

 

Yumba


Entonces Yumba sube corriendo las escaleras, “agarro al chico por la espalda y caímos al suelo”. Reconoció que fue una razón “instintiva porque pensé que estaba peleando con Diego”. Este procesado dijo que solo “forcejeamos unos segundos” y que no le intentó “ahogar ni estrangular”. Matizó que no sabe lo que es un “mataleón” porque nunca hizo “artes marciales” –varios testigos aseguraron que este procesado utilizó esta técnica para inmovilizar a Samuel en el suelo–. A preguntas de su abogado, sostuvo que “en ningún momento tuve más contacto con él en todo el incidente. En ningún momento le lancé puñetazos a Samuel”. 
A quien sí intentó agredir es a uno de los senegaleses que auxiliaron a la víctima porque, dijo, “me empujó, caí al suelo y me di un golpe bastante fuerte”, por lo que intentó “lanzarle un manotazo”. Su defensa se basa en alegar el consumo de drogas y alcohol como atenuante. Yumba reconoció este miércoles que, desde ese mediodía, había fumado porros, consumido “diez o quince” rayas de cocaína y bebido alcohol. De estar sobrio, declaró, “nunca hubiese agarrado a Samuel”. 


En definitiva, el acusado insistió en numerosas ocasiones que todo pasó “muy rápido”: “Nunca me podía imaginar que se iba a meter tanta gente en la agresión”. Cuando vio a Samuel en el suelo, inconsciente, se fue al parque de San Diego porque estaba asustado, por lo que juró “por Dios” que, “si me hubiese dado cuenta de lo que estaba pasando, por lo menos hubiese intentado parar la agresión”. Limita su papel a un “forcejeo” y concluyó su ensayado relato mirando al jurado popular para decirles, entre lágrimas: “No tengo palabras. Estoy muy arrepentido por lo que hice. Con la mano en el corazón quiero pedir disculpas a toda la gente a la que he podido hacer daño, pero también quiero decir una cosa: creo que Samuel no murió por mi culpa”.

 

Vender el móvil por piezas

Para Kaio Amaral la Fiscalía solicita la pena más alta: 27 años de prisión por asesinato con alevosía y ensañamiento, además de robo con violencia. A diferencia de Yumba y de Montaña, Amaral sí contestó a todas las partes. Se declaró inocente del delito de asesinato y comenzó su testimonio explicando que, cuando llega al lugar de la primera agresión, se encuentra a Yumba agarrando del cuello a Samuel, que estaba en el suelo, y a Diego encima. 

 

Kaio (3)
Kaio Amaral | Quintana


Entonces, dijo, procede a separarlos. En el lugar también estaban Lina, la amiga del fallecido, y Katy Silva, otra de las acusadas y expareja de Diego Montaña. “Cuando Samuel se levanta y se va de espaldas al Playa, uno de los menores le golpea la cabeza”, señaló. Amaral insistió en que nunca tocó al fallecido y que siempre se mantuvo detrás de los agresores. “Nunca toqué a Samuel”, contestó a la fiscal, mientras admitió que se quedó con el móvil de la víctima con el objetivo de venderlo por piezas. Incluso intentó realizar un trato con un amigo en Juan Flórez: “Me pidió el teléfono porque yo ya le había vendido más cosas robadas en anteriores ocasiones. Fue él el que quiso comprarlo”. Matizó, sin embargo, que no sabía a quién pertenecía el móvil, aunque luego lo tiró a la basura.


Sobre la agresión, Amaral detalló que, si no se fue de la zona es porque “mis colegas estaban en la pelea”. “Samuel estaba con Ibrahima cuando se desplomó y Yumba le lanzó unos puñetazos a un senegalés, pero no le llegó a dar”, añadió. Una vez llega al Parque Europa, este procesado se encuentra con “un ambiente que estaba muy raro”. Allí estaban Diego Montaña y Katy Silva con las testigos que los habían seguido pensando que podía estar produciéndose una agresión machista. En aquel instante, declaró, “Diego dijo que había tenido un problema con un gay, pero no le di mucha importancia”. 


Amaral se desplaza al Hospital de A Coruña con Alejandro Míguez, donde una amiga fue ingresada por una intoxicación por consumo de alcohol. “Recibo una llamada en la que me dicen que a Samuel se lo llevaron tapado, pero no le di importancia porque podía ser una manta térmica”. Sobre su regreso al lugar del crimen para comprobar si había cámaras, declaró que no fue idea suya y lamentó que los tres años y medio de prisión provisional le han “partido la vida”. Agentes de la Policía Nacional que analizaron las imágenes de la cámara de tráfico de la plaza de Portugal, además de varios testigos que pasaron por la Audiencia Provincial, sostienen que Amaral proyectó una patada, pero una farola impide ver en los vídeos dónde impacta. 


El juicio llega esta semana a su final. Lo hará después de que este jueves las partes personadas –Fiscalía, acusación particular (la familia) y la popular, ejercida por el colectivo Lgtbi Alas Coruña, además de las defensas– comuniquen si elevan o no a definitivas sus peticiones, de condena en unos casos y de absolución en otros. Después, vendrá la exposición de informes de las acusaciones y el viernes los de las defensas, con entrega, el lunes, del objeto del veredicto al jurado, que deberá determinar la culpabilidad o no de cada uno de los acusados. Hasta hoy, los defensores piden la absolución de sus clientes. La Fiscalía, por su parte, solicita que todos sean juzgados por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. Para Silva y Montaña consta, además, una agravante de discriminación por condición sexual, por lo que solicita 25 años de prisión. Para Freire y Míguez, 22 años. En el caso de Amaral, la petición del Ministerio Público asciende hasta los 27 años. 

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