Tras unos años y sin saber verdaderamente el motivo, Alejandro Palomas ha vuelto al universo de Amalia para brindarle una cuarta novela, ‘Una vida’, que presentó ayer en la Fundación Luis Seoane.
“Supongo que se dieron una serie de cosas en mi vida personal, como la muerte de mi madre o que habíamos pasado la pandemia y ya la hemos dejado atrás... de repente entendí que tenía cierta perspectiva como para poder volver”, afirma el escritor.
De algún modo cierra el universo novela de Amalia, aunque ya tiene proyectos futuros con ella. Aun así, ¿cuesta soltarla, dejarla ir?
No cuesta. No. Porque no tengo esa sensación de que lo dejo ir, al revés, la recupero para tenerla. Dejarla ir estaba cuando no está (ríe), cuando no trabajo con ella está dejada, pero cuando la rescato, la rescato. Estoy trabajando con ella, metido en esa familia. Tengo dos familias, la mía y la de ficción, con lo cual, para mí, volver es volver de verdad.
Sobre esos futuros de Amalia, pasará por el cómic y el teatro, ¿cómo nacen estos proyectos?
Nacen de dos intereses míos, que son el teatro y el cómic. Me fascina el cómic, soy muy fan. Siempre he querido entrar ahí, pero no tenía material original, original en los dos aspectos: mío y que yo creyera que podía ser innovador... Es la misma familia, pero todo lo que no hemos visto entre novela y novela, es material nuevo. Lo programo como una serie de cómics, un poco rollo Mafalda, sobre la visión del mundo que tienen ellos, el humor... todas esas cosas.
¿Y el teatro?
Lo mismo. Es un formato que me gusta mucho, soy muy fan del teatro, de las artes escénicas, de todo lo que es arte vivo. Luego salió Juan Carlos Rubio, entré en contacto con él, le gustó el proyecto... trabajar con alguien era algo que quería hacer.
Una década después de la primera novela y con la perspectiva de los cuatro libros, ¿qué cree que ha tenido este universo para cautivar a tantos lectores?
Pues... me lo sigo preguntando (sonríe). Eso es lo que me mola, que no lo sé exactamente, porque cada libro es un auténtico misterio. Creo que es porque es un reflejo muy común, es una cosa pequeñita, cercana, es una familia como cualquier otra. Es lo que le pasa a muchas familias, sin tener que estirar demasiado el chicle. Es lo que nos pasa a todos. Creo que es la óptica lo que nos engancha, la óptica de esta madre que no suele tener visibilidad, los mayores no tienen visibilidad en las familias y, de repente, darle tanta visibilidad a una mujer como ella, que tiene todos los puntos para ser no visible, pues engancha.
Entre otras cosas, trata esa sensación de los hijos que se convierten en padres de sus padres.
Es generacional, ¿ves? Son cosas que nos pasan a todos. Eres demasiado joven, pero te pasará. Llegará un momento en el que empezarás a ver como tu independencia se ve mermada por su dependencia y tendrás que plantearte qué hacer. Hay que cuidarse de y tomar decisiones por, pero tus padres no quieren dejar de ser tus padres y tú tampoco quieres ser padre de tus padres. Es un momento generacional muy difícil de afrontar y nos pasa a todos, pero nadie habla de eso.
Hay un momento del libro en el que Amalia dice algo así como “todos llevamos un árbol dentro”. ¿Cuál diría que es el suyo?
(Piensa). Pues mira, creo que el ciprés. Primero por morfología (ríe). Segundo porque el ciprés es el árbol que está más cerca del suelo y del cielo, soy muy así. Con el tiempo he aprendido a tener los pies en el suelo, pero a tener la cabeza en las nubes, a combinar eso muy bien.
Los libros de Amalia se han traducido a multitud de idiomas, ¿cómo la reciben fuera?
Igual, eso es lo mágico que pasa con Amalia. Es lo que más me enloquece, que la quieren igual. La columna vertebral materna es igual en todas partes, enseguida la hacen suya y a mí me flipa.