En dos meses, la centenaria concesión de la Compañía de Tranvías (120 años) habrá llegado a su fin, y no solo no se ha licitado y adjudicado una nueva concesión en tiempo y forma, sino que ni siquiera se ha anunciado la prórroga de la actual. De eso se lamentaba el director de la empresa, Ignacio Prada, que advertía que se hallan al “límite”, al gestionar una empresa sin conocer a largo plazo cómo serán las concesiones. Por ejemplo, para la renovación de la flota: no se ha comprado casi ningún vehículo en ocho años y no es posible acometer una inversión semejante en este momento. Esto significa que, por primera vez, se están sustituyendo los motores en vez de los vehículos.
Para rentabilizar el coste de un autobús nuevo, ya sea diesel (que cuesta más de 200.000 euros) o eléctrico (que ronda los 450.000 euros), tiene que estar funcionando durante quince años, así que no tiene sentido empresarial adquirirlos cuando la concesión se está acabando. En declaraciones a Radiovoz, Prada se adivinaba molesto con la lentitud del Gobierno de Inés Rey: “Que nos digan de manera formal que el contrato se prorroga. Porque yo dejo de ser responsable del transporte público en dos meses, salvo que prorroguen”.
En hora punta las cocheras se vacían, mientras que cada vez las reparaciones son más importantes
En realidad, Prada es consciente de que la nueva concesión tardará años en estar lista y que durante ese tiempo, será tranvías el que siga prestando el servicio de transporte público de la ciudad. En julio, el teniente de alcalde y Concejal de Planificación Estratégica, José Manuel Lage, había anunciado que no se podría adjudicar la nueva concesión hasta bien entrado 2026.
El motivo es que el Ayuntamiento ha decidido coger el camino más largo y elaborar primero un Estudio del Transporte Urbano. Lo llevará a cabo una empresa externa y costará 500.000 euros. Servirá para detallar los requisitos del pliego de la concesión, pero el estudio todavía no se ha licitado (aunque se espera que se haga antes de que acabe el año) y tardará ocho meses en realizarse. Luego hay que licitar los pliegos de la concesión y pasar por más trámites de alegaciones y aprobaciones antes de que se licite finalmente. Por eso Prada sabe que tiene dos años más de margen, como mínimo, en los que su empresa seguirá cumpliendo el servicio como ha hecho durante tantos años.
Pero eso no significa que la situación en la que se encuentre sea cómoda. “Esto se traduce en problemas de contratos con los proveedores o hablar con los conductores, porque el 1 de enero no sabemos qué va a pasar”. Además, a esto se suma una situación excepcional, provocada por el incremento de los usuarios del transporte público que a su vez, viene dada por la reducción a la mitad del precio del billete. Esto ha obligado a un esfuerzo extra de Tranvías para sacar todos los autobuses que puede a la calle y satisfacer la demanda. “En hora punta no queda ninguno en las cocheras”, asegura Prada.
Eso significa que a veces, no hay ningún vehículo de reserva, como debería haber en caso de que uno de los autobuses sufriera un accidente que le impidiera continuar su ruta. Antes se retiraban a la menor señal de desgaste. Ahora, a menos que sufran una avería que genere inseguridad en la circulación, esperan al final de turno para que los atareados mecánicos se encarguen de hacer las reparaciones a última hora.
Un autobús funciona prácticamente sin parar 16 horas al día, así que los autobuses sufren un gran desgaste. “Estamos haciendo reformas de gran envergadura, dado que no podemos comprar vehículos nuevos”, comentó Prada. Tampoco es posible alquilar, sobre todo sin saber hasta cuándo serán necesarios. “Todos los empresarios tienen que hacer previsiones”, hace ver el director de Tranvías.
CIFRAS |
95 AUTOBUSES Componen la flota de la Compañía de Tranvías, a la que recientemente se ha añadido un vehículo eléctrico que recorre la línea 2A |
24 LÍNEAS Forman el mapa de bus, algunas de ellas abarrotadas de viajeros durante prácticamente 16 horas, como la 14, la más popular |
527 PARADAS Se reparten por toda la ciudad, aunque los técnicos de movilidad advierten que muchas de ellas son redundantes |
234 CONDUCTORESt Tiene en nómina la Compañía de Tranvías, cuyo director señala que la incertidumbre en la que viven les afecta también a ellos |
No todo es negativo. Tranvías confía en superar los 27 millones de viajes este año, lo que supondrá todo un récord. El año pasado habían sido 24,8 millones, y ya entonces la cifra había marcado un hito. El Ayuntamiento se muestra muy satisfecho de este logro, que achaca directamente a la reducción de tarifas que ha conseguido bonificando la tarjeta Millennium desde enero de 2023, reduciendo el precio a la mitad. Un 30% lo paga el Ministerio de Transportes y el 20%, el Ayuntamiento (aunque Inés Rey criticó a la Xunta por no asumir el coste) hasta situarlo en 0,38 céntimos de tarifa general.
Sin embargo, los expertos en Movilidad cuestionados al respecto señalan que el número de usos se ha disparado mucho más que el número de viajeros. Es decir, que los que usaban anteriormente el sistema de transporte público ahora lo usan mucho más, y que en realidad son pocos los que han dejado el coche. “Ahora, si tiene que caminar 500 metros más, prefiere el autobús”, comentan.
Por otro lado, la reducción de ruido de un 12% detectada en el último mapa municipal parece apuntar a una disminución del tráfico, a la espera de datos más exhaustivos del estudio de movilidad. En todo caso, algunas líneas están abarrotadas de tal manera que es necesario aumentar las frecuencias. Una de las más populares es la interuniversitaria, sobre todo en horas puntas, pero es lo que en Tranvías llaman ‘asimétrica’: sube llena, pero baja vacía. En cambio, la más popular es la línea 14, que recorre la ciudad desde O Castrillón hasta Los Rosales, y que se llena prácticamente durante toda la jornada.
Prada señala que no solo la reducción del precio explica el aumento de la demanda. “Es importante una buena calidad del servicio para que la gente quiera usar el transporte público”, incide. Y es esta calidad la que está en peligro a medida que la flota de Tranvías se vuelve más vieja. “Estamos poniendo nuestra capacidad al límite para cumplir el servicio”; asegura.
En febrero la empresa adquirió su primer vehículo eléctrico |
En febrero de este año, la Compañía de Tranvías adquirió el primer autobús eléctrico de su ya larga historia, que había empezado con tranvías tirados por mulas, a principios del siglo XX. Pasar al motor de explosión fue fácil, pero la conversión a una tecnología más sostenible se ha demorado bastante más, y eso que, durante años, la empresa de transporte había estado probando toda clase de modelos, tanto híbridos como eléctricos, tratando de buscar una alternativa práctica a los autobuses diésel. El principal problema era que no ofrecían suficiente autonomía. Hace casi un año, el director de Tranvías, Ignacio Prada, había anunciado que por primera vez “los números ya empiezan a dar para incorporar el autobús eléctrico” porque, aunque son mucho más caros, su mantenimiento es más barato, aunque exigirían instalar unos cargadores de gran tamaño en las cocheras. Los nuevos modelos ya pueden aguantar las 16 horas de servicio que se le exige a un transporte público, así que el nuevo pliego de condiciones incluirá muy probablemente autobuses eléctricos. |