La Revolución Vecinal se institucionaliza y lo celebra hoy con un acto social que permite ser fiel al carácter rompedor que le ha llevado a conquistar a toda una barriada. O mejor dicho cinco, los que abarcan la ahora Asociación Vecinal Monte Martelo: O Martinete, O Birloque, As Rañas, Someso y San Cristóbal. Ni siquiera el nombre de su presidente entra en el concepto de común. Amar Basic (Skopje, 1992) es “gallego al 99 por ciento”, porque no olvida las raíces que llevaron a su familia a escapar de la guerra de los Balcanes. 
 

¿Qué significa este acto de hoy?
No éramos asociación vecinal hasta que nos inscribimos en la Xunta, hace dos semanas. El motivo principal es darnos a conocer nosotros como asociación y celebrar esa unión de todos. Desde que empezó todo esto a finales de febrero se ve a la gente muy ilusionada y es un motivo de celebración.
 

Han entrado como un torbellino a través de las redes sociales... 
Nuestro encargado de redes  es un crack. Entre todos, entre las 14 personas que componemos la directiva, se organiza todo que da gusto. No nos dábamos cuenta de lo bien que lo estábamos haciendo hasta que salimos del entorno y nos dijeron: “oye, sois brutales”. Hay eventos a los que nos invitan, en los que hacemos contacto con otras asociaciones y políticos. Todos se acercan para darnos la enhorabuena y felicitarnos. Las redes está demostrado que funcionan, gracias a ellas la prensa nos ha contactado con y es el presente y el futuro de todo esto. Sin redes sociales no es posible llevar a cabo una acción reivindicativa.

¿Cómo es el feedback con el Ayuntamiento? 
La cuestión es que a todo el mundo le choca que haya una tercera asociación que lleve un mismo área. No entendemos cómo puede ser posible que no haya un control de asociados en las asociaciones. Respecto al Ayuntamiento, la red social de la asociación está siendo ética y diplomática, el problema es que hay vecinos que van muy a cañón y tenemos que responderles que bajen el tono, porque están respondiendo y trabajando. Notamos que tenemos respuesta. Todo lo que es nivel oficial se nota que se hace lo que se puede.

¿Corren el peligro de convertirse en una asociación al uso?
Nosotros lo que tenemos organizado es una hoja de ruta de aquí a lo que queda de año y al próximo. Vamos con objetivos poco a poco, para no abarcar mil cosas y hacerlas mal. Estamos con el Parque Ciudad, la accesibilidad en el barrio y el edificio abandonado de O Martinete. Son los tres objetivos que tenemos ahora mismo. Veo difícil que la revolución decaiga, hay tanta gente que estamos controlados por todos lados. O seguimos al mismo ritmo, o nos van a dar por todos lados. Está genial, porque la actitud de los vecinos es muy buena. Estamos todos saturados de trabajo, pero cuando te para una vecina de 80 años por la calle a darte las gracias te dices que estás haciendo las cosas bien.

¿De qué se sienten más orgullosos entre sus logros? 
La acera nueva de Manuel Ferrol o quitar las vallas que dañaban los coches en un terreno abandonado desde hace años pueden parecer una tontería, pero es importante. Habernos reunido con la Diputación y el Ayuntamiento para tratar el tema de las carreteras es otro paso. Está bien que haya este feedback por parte de las instituciones y no creo que se pudiera hacer mucho más de lo conseguido. El bagaje es el hacernos ver, hacernos oír y que se vea ese interés. Tampoco quiero olvidarme de que el Ayuntamiento nos cambió tres marquesinas que estaban en muy mal estado. Nos puso bancos, papeleras y nos arregló cosas importantes.

¿Cuáles son sus objetivos a largo plazo? 
Lo que estuvimos trabajando, con un dossier ya hecho, es una propuesta de humanización integrada, con el barrio accesible peatonalmente y más verde. De ahí viene lo de Parque Ciudad: que el parque donde está el río Monelos se funda con el resto de los barrios.

¿Qué mensaje mandaría al resto de barrios para que se sumen a la fiesta?
Darnos cuenta del poder que tiene el ciudadano y lo que se puede conseguir trabajando juntos. Es el momento de unirse, de hacer las cosas bien. El concepto de hacer ciudad tiene que cambiar: hacerla en base a lo que el ciudadano requiera y no al revés.