La Fundación ENKI empezó en 2013 ofreciendo en el deporte un camino hacia la inclusión de las personas con discapacidad a través de su carrera. En la actualidad su labor se ha expandido a campamentos, colaboraciones con la UDC e Ikea para crear espacios adaptados y otra serie de proyectos. Ángel Plácido López preside esta entidad con una motivación y voluntad que impulsan su participación como deportista de paratriatlón.
¿Cuando empezó su relación con las actividades de inclusión?
Con 18 años yo estaba en el ejército y yendo al cuartel tuvimos un accidente con el coche. El reposacabezas me rompió el cuello. Tengo una tetraplejia que es muy parecida a la de Ramón Sampedro. Yo era muy deportista y empecé a hacer rehabilitación poco a poco. Al principio me tenían que ayudar para comer, ducharme; hasta para lavar los dientes. Como la natación es muy buen ejercicio de rehabilitación y me gustaba, empecé a nadar otra vez para ver si podía manejarme en el día a día. Se me fue dando bien y empecé a competir. Luego seguí con el paratriatlón cuando me compré la bici. También me acostumbré a vestirme y vivir solo, porque una cosa lleva a la otra y te manejas mejor.
¿Cómo nació ENKI?
Estuve en diferentes asociaciones de personas con discapacidad, pero también me interesaba el deporte. Cuando conocí a Carmen Touza y a Javier González, fundamos ENKI. Surgió porque ellos tenían una amiga con un niño con una discapacidad intelectual y no le dejaban correr en carreras populares como puede ser la de tu pueblo.
¿Por qué?
Hace años no se permitía que una persona con discapacidad pudiese participar con amigos que no la tuvieran. Yo a veces corro con gente que no la tiene. Entonces, empezó a haber actividades populares más inclusivas y después fuimos nosotros con nuestra carrera ENKI. No es competitiva, pero tiene obstáculos para que se conozcan las complicaciones que tenemos las personas con discapacidad. Pasamos de 1.200 cuando empezamos en 2014, a tener 15.000 el año pasado.
No todas las personas tienen ese empuje para afrontar una discapacidad. ¿Cómo les ayudan?
Por esa razón Carmen me escogió para ser presidente. Ella dice que yo llegaría de cualquier forma al deporte por lo cabezón que soy. ENKI tiene que estar ahí para la gente a la que le cuesta más. Si le dicen a alguien que quiere practicar deporte continuamente que no, habiendo gastado más de 8.000 euros en una silla de ruedas o una bicicleta adaptada, esa persona coge y dice: “Ya está. No me voy a complicar la vida”. Esa es la razón por la que es tan importante conseguir que la gente tenga las mayores facilidades posibles; sobretodo aquellos niños y niñas que nacen con una discapacidad o la adquieren en un accidente. Queremos que puedan entrar en el deporte y que no lo dejen.
Aparte del deporte también animan al ocio inclusivo.
Empezamos firmando un convenio con una empresa de campamentos para llevar la parte de la discapacidad. Vimos que hacíamos un trabajo que nos gustaba, pero no podíamos integrar todo. Entonces decidimos crear nuestros propios campamentos inclusivos donde se juntan todos. Al final, los niños lo normalizan jugando. Cuadramos actividades juntos. A pesar de que pueda haber un juego que alguno no pueda hacer por una discapacidad particular, ellos siguen estando juntos todo el día.
¿El Ayuntamiento y la Xunta facilitan el acceso de las personas con discapacidad?
Esto es como todo: se puede mejorar y siempre queremos más; pero nosotros estamos muy contentos. Nos han ayudado, y cada vez nos ayudan más. Prácticamente todo el material deportivo lo hemos conseguido con subvenciones de la Xunta.