Un atraco en una frutería de la Sagrada Familia se saldó ayer con la propietaria herida con lesiones de diversa consideración por un cuchillo. Cuando la víctima se resistió, el delincuente, un toxicómano, la acuchilló en el cuello varias veces y una en el costado antes de huir con la recaudación. La mujer, de unos 40 años de edad, se encuentra fuera de peligro.
El suceso tuvo lugar alrededor de las cinco de la tarde, según explicó el hijo de la víctima, Kevin Lozano. La mujer estaba levantando la persiana de su negocio, junto al número 13 de la calle Pontedeume, cuando le abordó por detrás un hombre delgado, muy tatuado, que vestía gorra con visera y pantalones de camuflaje. La amenazó con el arma y la obligó a entrar en el local.
Lozano explica que no es la primera vez que roban a su madre cuando está en la tienda de alimentación. “Otras veces se ha quedado quieta”, añade. Pero en esta ocasión, decidió defenderse cuando el sujeto quiso arrebatarle el bolso. Fue durante el forcejeo cuando la víctima recibió los cortes en el cuello, así como un pinchazo en el costado.
Mientras la víctima sangraba, el atracador la dejó y fue a por la caja registradora, todavía cubierto por su sangre. Sin embargo, la mujer tuvo la presencia de ánimo suficiente para sacar una foto del delincuente justo cuando estaba metiendo la mano en la caja. Esa misma imagen obra ahora en poder de las autoridades.
Tras hacerse con el dinero (Lozano calcula que podía haber alrededor de 700 euros) se dio a la fuga. En el lugar convergieron cinco coches patrulla de la Policía Nacional. La mujer avisó a su familia. “Cuando llegué, mi madre estaba llena de cortes y el suelo estaba cubierto de sangre”, relata Lozano: “Actuó bastante bien pero ahora, pasado el primer momento, está nerviosa”.
Aunque ya les habían robado en varias ocasiones anteriores, jamás habían sufrido heridas. “Nada como esto”, asegura. Considera que la seguridad en el barrio va a peor. “Antes vivíamos aquí mi hermana y yo pero de un tiempo a esta parte ha empeorado”, se lamenta.
El negocio lleva abierto varios años y, en ocasiones, los ladrones se han limitado a llevarse la fruta u otra mercancía de la tienda de alimentación. Con la pandemia, la seguridad mejoró porque disponía de una mampara. Su familia siempre buscó maneras de protegerla cuando estaba tras el mostrador, pero nunca la habían abordado en plena calle.