Los operarios están instalando estos días las nuevas cajas que acogerán los radares municipales que forman parte de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que tiene que estar lista en diciembre por realizarse con fondos europeos. El Ayuntamiento está instalando radares en los principales puntos de acceso a la ciudad. La idea es que a menos velocidad, menos emisiones. Y también, menos accidentes. Por eso el primer lugar donde se ha instalado es la Tercera Ronda, a la altura del cruce con Severo Ochoa, un punto negro que ha registrado numerosas salidas de vía, aunque muy pocos heridos graves.
De momento, los radares no están activados. En realidad, lo que se están instalando no son más que cajas vacías, porque el Ayuntamiento solo dispone de dos de estos sensores que irá rotando en su localización, pero podrían ponerse en marcha en cualquier momento de este mes, aunque el Ayuntamiento ha asegurado que se advertirá por anticipado. Se trata de un sistema mixto, y vigilará ambos sentidos de la circulación en la Tercera Ronda.
A lo largo de los próximos meses se seguirán instalando otros radares en zonas tan relevantes como Alfonso Molina, la avenida de A Pasaxe, la de Salgado Torres, la de Finisterre o la carretera de Baños de Arteixo. De esta manera, no quedará ningún acceso a la ciudad que no esté vigilado por radares.
De momento, hay cajas instaladas, además de en la Tercera ronda, en la avenida de Finisterre y la carretera de Baños de Arteixo, vías todas ellas (recuerda el Ayuntamiento) en las que en algún momento en los últimos años se produjeron accidentes graves. En todo caso, se trata de los primeros radares fijos que tiene el Ayuntamiento, por lo menos en los últimos años, puesto que hasta ahora la Policía Local solo empleaba sensores portátiles en los controles de velocidad, que realizaba a menudo en la Tercera Ronda, por cierto.
Por otro lado, la ZBE causa cierta controversia, que el Ayuntamiento está tratando de manejar asegurando que no va a restringir el tráfico en el centro para los vehículos más contaminantes, y asegurando que muchos de los radares que instala son disuasorios, como el que se encuentra a la altura del 110 de la calle de Juan Flórez, que se instaló a mediados de mayo y que es de carácter “pedagógico”. Es decir, que no multa.
El Ayuntamiento solo se adapta a la normativa europea, que exige una ZBE para ciudades de tamaño de A Coruña. El problema es cómo convencer a los coruñeses de que es necesario adoptar medidas en una ciudad con una buena calidad del aire. Esto lo reconoció el entonces concejal de Movilidad (hoy de Urbanismo), Francisco Díaz Gallego en febrero de este año, en el VII Encuentro de Ciudades en Valladolid,
No se trata, tampoco, de que los coruñeses cambien sus viejos automóviles por unos eléctricos, supuestamente menos contaminantes. “El objetivo no es la renovación del parque móvil de la ciudad, sino la reducción del parque móvil”, había declarado Díaz. Pero la ZBE es imparable y abarcará toda la ciudad, desde la Ciudad Vieja a los barrios.