Circular por la ciudad cuando se hizo noche proporcionó imágenes que ni siquiera se vieron durante la pandemia, puesto que entonces la luz sí alumbraba las calles.
Los conductores, en reducido número, circulaban a escasa velocidad y con extremada prudencia para evitar accidentes tanto entre ellos como con los peatones.
La oscuridad solo la rompían las luces de emergencia de la policía, el 061 y los Bomberos, que vivieron su jornada más ajetreada en años debido al mayor apagón de la historia. La noche también se iluminaba con las linternas que portaban los escasos peatones que se veían por la calle.
Sorprendía especialmente el aspecto del Cantón, siempre muy iluminado pero que anoche se convirtió en una sucesión de impresionantes edificios en sombras, entre los que sobresalía el centenario inmueble del Banco Pastor.
Unos metros más adelante, en la plaza de Ourense, se veía una planta iluminada, aquella en la que, gracias a los generadores, estaban trabajando el delegado del Gobierno y el resto de su comité de crisis.