El Ayuntamiento de A Coruña anunciaba esta mañana la puesta en marcha de los procedimientos para la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) los doce murales de Lugrís ubicados en el número 25 de la calle Olmos.
Se trata de los murales situados en el edificio en mal estado de Olmos, sobre el que varias asociaciones ya advirtieron que sus filtraciones y posibles desprendimientos ponían en peligro la obra.
Para el procedimiento de declaración como BIC, el Ayuntamiento ha encargado informes, y asesoramiento, a los profesores de la Universidad de Santiago (USC) Juan M. Monterroso y Begoña Fernández Rodríguez.
Desde la asociación O Mural aseguran que la acción del Ayuntamiento “chega con catro meses de retraso”, ya que ellos también realizaron esta petición en el pasado. Indican que se tata de “crear un novo trámite inútil”, en lugar de ejecutar las obras necesarias.
Durante los últimos meses, vecinos, entidades socioculturales y políticas ya pidieron esta declaración e incluso elevaron hasta el Congreso de los Diputados el peligro que corrían las obras de Lugrís.
Recientemente, los técnicos del Ayuntamiento se pudieron reunir con los propietarios del edificio y acceder al interior. Una vez dentro, constataron el mal estado de las obras, en algunos casos crítico, pero destacaron que son recuperables. Con los informes preliminares de los técnicos municipales, desde María Pita se instó a los propietarios a que se actúe en el edificio para evitar mayores deterioros y cifraron en 90.000 euros el coste de dichas actuaciones. En caso de que no se lleven a cabo, será el Ayuntamiento quien las ejecute de manera subsidiaria.
Con la apertura del procedimiento para su declaración como BIC, los murales podrían seguir el mismo camino que ya siguió otra obra de Lugrís, la 'Vista da Coruña 1669'.
Se trata de una obra que decoró las paredes del antiguo café Vecchio de la calle Real (y con anterioridad la oficina bancaria que allí existió). Hace más de una década comenzaron a reclamarse actuaciones para su conservación, que se acenturon con el cierre del establecimiento. Actualmente, la obra, restaurada, es propiedad de Abanca, que las tiene en sus oficinas, situadas en la calle Olmos, a escasos metros de los murales para los que ahora se pide protección.