Bea Lema (A Coruña, 1985), vecina de Monte Alto, fue ayer distinguida con el Premio Nacional del Cómic por ‘El Cuerpo de Cristo’, su primera novela gráfica, que trata sobre los trastornos mentales desde la perspectiva de una niña. Por segunda vez el nombre de la ciudad suena en este galardón, que ya ganó Miguelanxo Prado por su obra ‘Ardalén’ en 2013.
¿Qué supone este premio?
Un reconocimiento muy grande a mi trabajo, pasar a formar parte de una lista de dibujantes muy reconocidos a nivel nacional, y que se alargue la vida del libro al obtener más visibilidad. Además, el premio tiene una cuantía económica muy importante [30.000 euros] y eso garantiza que voy a poder estar creando durante más tiempo sin preocuparme de ese aspecto.
Últimamente había ganado otros, como el Castelao. ¿Le refuerza el sentimiento de haber escogido bien su vocación?
Sí, es que esta profesión funciona mucho a base de proyectos que se presentan a convocatorias y tener premios es una garantía de que vas a poder seguir trabajando, son una especie de aval. Además, te hacen confiar en que algo estás haciendo bien cuando la obra llega y funciona a muchos niveles.
¿Qué cree que hace tan especial a ‘El Cuerpo de Cristo’?
Por un lado, la temática, porque la salud mental, aunque cada vez está más presente en la actualidad, cuando nos vamos a psicosis y delirios sigue siendo un tabú, hablar abiertamente de ello sigue siendo un tabú. La parte del bordado ha atraído muchas miradas [además de dibujos, la novela gráfica incluye bordados hechos a mano por la autora].
En su momento trabajó para Sargadelos. ¿Qué balance hace ahora de aquel cambio de rumbo en su vida profesional?
En su momento me resultó difícil porque siempre había tenido una vocación artística muy grande, pero en casa no se me apoyaba mucho con esto por lo típico de ‘te vas a morir de hambre siendo artista’. Escogí Diseño Industrial como el camino del medio, al ser una carrera técnica con una parte creativa importante. Cuando estaba rondando los treinta años tuve una crisis vocacional fuerte y me costó darme la oportunidad de dejarlo un tiempo y ver qué pasaba si solo dibujaba. Ahora lo veo como un acierto pero en su día fue un salto al vacío, la gente te preguntaba ‘qué estás haciendo’ y cuando les decías ‘un cómic’ las reacciones te hacían sentir, a veces, incómoda.
Ya no es un género minoritario.
Está creciendo el número de lectores. Con este libro me ha pasado una cosa que me gusta mucho, a veces me dicen que lo ha comprado la hija, que luego se lo ha leído la madre... Que pase por diferentes generaciones es algo que me encanta. Y también hay quien me dice que este es el primer cómic que lee, así que es genial abrirles esa puerta. El cómic es un medio súper atractivo para tratar temas áridos como puede ser el de la locura, lo visual no deja de ser una estupenda manera de narrar.