Al más puro estilo Sherlock Holmes, doña Emilia Pardo Bazán se embarca en la investigación de un misterio en torno a los desaparecidos en el hundimiento del ‘Titanic’. Carmen Posadas se aventura para disponer a doña Emilia en esta tesitura en su nueva novela, ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’, que ayer presentó en el Real Club Náutico de A Coruña junto a la condesa de Pardo Bazán, Carmen Colmeiro, el escritor José María Paz Gago y el presidente del Náutico, Fernando Cobián.
Posadas explica que el germen de la novela está en cuando le contaron la historia con la que inicia la obra. Es la de uno de los supervivientes del ‘Titanic’, “que su madre tuvo una premonición y le pidió que no se embarcara”. Un día, “tomando sopa en su casa, plas, le cae un moscardón en la sopa y dice ‘a mi hijo le ha pasado algo’”, un sentimiento que se acrecentó “cuando se enteró de que el ‘Titanic’ había naufragado”, recrea Posadas, que recuerda que la madre seguía recibiendo postales, supuestamente de su hijo, desde Versalles o París. Pero su hijo murió a bordo y su cadáver desapareció y, cuando se enteró, “decidió comprar uno de los cuerpos que flotaba sin identificar”. “En aquella época, si no aparecía un cuerpo, la familia no podía heredar, la viuda no podía volverse a casar...”, explica la autora.
El libro aborda también otra desaparición similar, la de un oriundo de Avilés, que vivía en Cuba, y cuya mujer actuó igual, comprando un cadáver. “Al cabo de diez años, una persona apareció diciendo que era este señor y, de ahí viene ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’”.
“Consigo convertir a doña Emilia en una detective para que investigue” el suceso. Y su compañía no es otro que Ignacio Selva, el protagonista de ‘La gota de sangre’. Así, junta a Selva, “un tarambana, muy guapo, muy caradura, pero sensible” que aspiraba a poeta, con Pardo Bazán, “que era una metomentodo, le encantaba estar en todas las salsas”, apunta riendo.
Pero convertir a doña Emilia en una suerte de Sherlock Holmes no era algo fácil. “Me lo pensé mucho, le tengo mucho respeto, la admiro muchísimo”, explica Posadas, que añade: “El que más miedo me daba era Chema (Paz Gago), porque es un gran experto en doña Emilia... pero me ha dado su visto bueno”, concluye entre risas. La responsabilidad, además, crecía al presentarlo en la ciudad de Pardo Bazán: “He intentado ponerme en su piel, impostar como hablaba y pensaba ella. Es mucha responsabilidad, me voy a tener que tomar un gin-tonic esta noche”, bromea.
Reconoce que está “impresionada” con la respuesta “unánime” que está teniendo el libro. “Tengo otros que a lo mejor le gustan más a hombres, más a mujeres, más a gente joven, más a personas mayores... pero este es unánime, desde mi nieta, que tiene doce años, hasta escritores colegas, que normalmente no dicen nada, no regalan ni medio cumplido”, asegura con una sonrisa. “A todo el mundo le está gustando”.
Posadas explica que cuando ideó la obra, “el reto era escribir cosas relacionadas con el ‘Titanic’, pero que no fueran las que se han contado mil veces”, dice en relación a la orquesta. Por eso, su gran ayuda fue su nieto, que la ayudó a encontrar nuevos “datos verídicos”. “Quería cosas curiosas y que fueran reales, me ayudó muchísimo”, añade.
A pesar de la buena recepción, asegura que aún no piensa en la siguiente obra. Lo equipara a “cuando acabas de tener un bebé de cinco kilos y te preguntan ‘¿para cuando la parejita?’, lo tengo que criar, más adelanté pensaré en el próximo”.