Que si ya no quedan artistas así, que si cualquier tiempo pasado fue mejor o que disfrutamos de los últimos destellos de las grandes estrellas. Tirar de nostalgia y hablar en pasado del último paso de Raphael por A Coruña sería un injusto tremendo desprecio al que sigue siendo aquel. El de Linares repasó en cuestión de dos horas los grandes éxitos de sus 60 años de carrera, y lo hizo sin despeinarse, literalmente ante unos 6.000 espectadores. Además, declaró inaugurada oficialmente la Navidad con la primera interpretación de ‘El tamborilero en 2024’.
Coetáneo de Mick Jagger, por ejemplo, Raphael parece otro de esos miembros del pacto con el diablo. Apenas unas pocas arrugas y un figura más fina que de costumbre revelan la ‘tralla’ de un divo atemporal e intergeneracional. Realmente, podría no haber hecho absolutamente nada y salir igualmente a hombros, como demostró la ovación de bienvenida de casi cinco minutos. Con los primeros acordes de ‘La noche’ quedó patente que eso de vivir de rentas no va con un Raphael que regalaría 30 temas y dos horas de recital. Eso sí, sin interpelar o dirigirse verbalmente al público en toda la noche salvo para dar la bienvenida a la Navidad. Lo que quería decir lo cantó e incluso lo gritó, como cuando recordó que sigue siendo “el Raphael”. Por supuesto, en ese momento voló la chaqueta. Duró tres temas.
Al contrario que muchos músicos de su generación, de los que aún se atreven a girar, fueron muy puntuales y contados los momentos en los que el de Linares, el del disco de uranio, dejó caer el peso sobre una banda por otro lado sobresaliente y que en muchos casos actualizó los temas para su mejor funcionamiento en directo. Fue el caso de ‘Digan lo que digan’ con un interludio discotequero que conectó directamente con ‘Mi gran noche’. Decir que ambas levantaron al público no es alejado de la verdad, pero obviar que hasta los boleros lo hicieron sería igualmente poco ajustado a la realidad.
Comenzó con un huracán y terminaría como un terremoto, pero entre medias se reservó el setlist, que para eso son seis décadas, un recorrido más intimista y de homenajes a amigos como Armando Manzanero o Rocío Jurado. Decía la de Chipiona que se le había roto el amor de tanto usarlo, pero al menos el de A Coruña con Raphael parece a prueba de bombas.
Si el viernes Iván Ferreiro estrenaba su villancico viral en el Palacio de la Ópera, Raphael se guardó ‘El tamborilero’ para el Coliseum y recordó la relación entre esa canción y El Corte Inglés. El apoteósico ‘Escándalo’ final sirvió de preludio para subrayar que si alguien puede amar con la fuerza de los mares esa es A Coruña.