Entre los edificios, la competición está clara. La Torre Hercón, con sus 25 pisos, es el inmueble más alto, no solo de A Coruña, sino también de toda Galicia. Su imponente majestuosidad de hormigón, diseñada por José Antonio Franco Taboada, celebra ya los cincuenta años y, por lo que parece, nadie va a hacerle sombra. Literalmente. Pero, ¿y entre los que sí hacen sombra de verdad, cuál es el más alto de la ciudad?
Si tiramos de memoria y de intuición, algunos pensarán que estará en Méndez Núñez, otros apuntarán a la plaza del Libro y, con la caída de los olmos centenarios del jardín de San Carlos, muchos seguramente crean que pueden ser algunos de los árboles que hay en Cuatro Caminos. Pero la respuesta está mucho más cerca de su elevado compañero de cemento: el árbol más alto de A Coruña es un eucalipto del parque de Santa Margarita.
El 74% de entre los cien los árboles de mayor altura de A Coruña, de entre 40 y 30 metros, están en Santa Margarita. Son, en su gran mayoría, eucaliptos, aunque también hay plátanos y algún olmo, álamo y pino.
Fuera del parque, los conjuntos más relevantes son los plátanos de la plaza de Azcárraga y los eucaliptos de la zona verde de Bens, así como diferentes especímenes en la plaza del Libro, Cuatro Caminos, Barrio de las Flores y el cementerio de San Amaro.
Según el inventario de arbolado municipal, el gigante de madera de la ciudad es un eucalipto que mide 40 metros y medio de alto y se encuentra en Santa Margarita. Lo cierto es que resulta difícil distinguirlo, porque está rodeado de otros congéneres que casi son tan largos como él, de entre 39,9 y 36,5 metros. En total, los once primeros puestos del top 100 están ocupados por este peculiar racimo de largiruchos.
Los eucaliptos lo tienen fácil para llegar bien arriba, es una característica propia de esta especie, pero ¿cuál es el árbol más alto de la ciudad sin tener pasaporte australiano? El primero de la lista es un habitual en cualquier ciudad, un plátano de 36,4 metros que también está en Santa Margarita. Tiene once eucaliptos por encima y otros cinco por debajo, en el ranking del techo arbolado coruñés. Todos ellos, ubicados en este mismo parque.
Aunque muchos rechazan la presencia de eucaliptos en favor de las especies autóctonas, lo cierto es que estos son ya unos viejos conocidos, que se han ganado su derecho a estar en el lugar que ocupan. Según afirma el ingeniero forestal Carlos Franco, quien rompe una lanza a favor de estos especímenes, ya vivían ahí antes de que el monte de Santa Margarita se transformara en parque, en el año 1977, lo que les concede también un valor patrimonial.
Fuera del parque de Santa Margarita, el siguiente gigante, en el puesto 18, es otro plátano, aunque este se encuentra ubicado en una de las plazas más hermosas de la ciudad, la de Azcárraga. Tiene 35,5 metros de altura y está acompañado de varios congéneres un poco más bajitos, uno de 33,5, otros dos de 32,9 y otros dos de 32,8 metros.
Los primeros 59 puestos de la lista están ocupados por eucaliptos y algún plátano hasta llegar a dos especies diferentes, un olmo (33,4 metros) y un álamo (33,1). Todos ellos en Santa Margarita, salvo ese ramillete de plátanos de Azcárraga. El puesto 60 es para otro plátano, el de la plaza del Libro, con 32,1 metros. La segunda fase de Elviña tiene el puesto 61, con un álamo negro de Canadá, que mide también 32,1. En el parque de Bens tienen su techo en un eucalipto de 31,5 metros, en el puesto 71 del top. Tiene otros siete compañeros en la zona que rondan todos los treinta metros.
El primer árbol que no es eucalipto, plátano, olmo o álamo en esta lista es un pino de California de 31,4 metros, en el número 72 del inventario. También en Santa Margarita. Fuera del parque, el siguiente gigante es un plátano en la plaza de José Toubes, en Cuatro Caminos. Mide 31,3 metros y ocupa el número 75 del ranking de los cien grandes árboles de la ciudad.
El techo de madera del Barrio de las Flores es un álamo, de 30,9 metros, ubicado en la plaza del Sol Naciente. Es el número 80 en la lista. En los puestos 89 y 90 destacan dos olmos holandeses, de 30,4 metros, plantados junto al cementerio de San Amaro.
¿Y hasta dónde pueden llegar? Pues lo cierto es que los árboles terminan de crecer a lo alto una vez que han llegado a cierta edad y, entonces, empiezan a crecer, pero a lo ancho. Más o menos como les pasa a las personas. Así lo explica el ingeniero forestal Carlos Franco. “La altura de los árboles depende mucho de la calidad del suelo y, normalmente, en las ciudades no son los mejores lugares”, añade.
En los entornos urbanos los árboles suelen ser un problema. A mayor altura, más caro resulta su mantenimiento, porque llegar hasta la cima supone contar con grúas, personal especializado, cortar calles y establecer un operativo que genera muchos gastos al erario público. Sobre todo, cuando se hacen viejos.
“Es muy caro mantener la seguridad –explica este experto– porque en las ciudades hay muchas personas y, cuando hace viento, es difícil controlar que nadie se haga daño”. Por eso, lo más fácil es que los árboles altos estén en un recinto que se pueda acotar cuando hay una alerta. El resto del tiempo, cuando no hay peligro, podemos cobijarnos bajo la sombra de estos gigantes.