La duna más antigua de la Península Ibérica está abandonada en A Coruña

La duna más antigua de la Península Ibérica está abandonada en A Coruña
La duna se localiza en la falda del monte de San Pedro, desde donde puede observarse una pequeña playa de cantos rodados |Patricia G. Fraga

“Está usted pisando la duna más antigua de la península”. “Aquí yacen especies anteriores al ser humano”. “Una playa de Las Catedrales bajo sus pies”. Son algunas de las posibilidades de información al ciudadano y reclamo turístico que podría presentar el patrimonio geológico de Penaboa, escondido entre el Paseo Marítimo y O Portiño y que continúa a la espera  de la puesta en valor que se merece. La duna fósil más antigua de la España peninsular se sitúa a la falda del Monte de San Pedro, donde conviven una playa de 400.000 años de antigüedad y la duna cuestión, 100.000 años más ‘joven’. 


Por ponerlo en perspectiva, lo que podría ser potencialmente el Stonehenge herculino supera a la construcción megalítica de Salisbury en cientos de miles de años, básicamente porque uno se trata de un conjunto geológico y el otro arqueológico. Es decir, el coruñés es fruto de la acción de la Naturaleza y el inglés del paso del ser humano. El catedrático de la Universidad de A Coruña, director del Instituto Universitario de Xeoloxía Isidro Parga Pondal y colegiado de honor del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, Juan Ramón Vidal Romaní, considera la duna del monte de San Pedro una suerte “suerte geológica” se trata de “una duna de Penaboa, de 305.000 años de antigüedad, y debajo de ella una playa que ahora se encuentra a unos 12 metros sobre el nivel del mar. Ese nivel de playa de cantos tendría 355.000 años, que es lo más antiguo que se conserva pero, por haber, habría 500.000 años o los que se quieran”.


Pasado 

Resulta imposible discernir y hallar cualquier pista histórica para el profano no asesorado. La senda peatonal y ciclable entre el ascensor de San Pedro y O Portiño resulta un reclamo tanto para los coruñeses como para los visitantes, pero injusto con el entorno y, sobre todo, con el pasado. Los sedimentos son en realidad una especie de caja negra que proporciona información sobre cómo se ha moldeado el litoral coruñés a lo largo de la historia. 


De aquellos restos podemos construir hoy en día una A Coruña de medio millón de años de antigüedad: dos islas separadas por el mar, en los emplazamientos actuales de Monte Alto y Santa Margarita. Lo que hoy son las playas de Riazor o el Orzán se emplazarían en un punto lejano de la costa, un enorme arenal hasta los pies de lo que ahora es la Torre de Hércules. 


Presente 

Dos ventanales sobre lo que resulta difícil para el no iniciado intuir una duna, así como una cartelería no ajustada al tesoro geológico que subyace, es todo de lo que el ciudadano dispone actualmente en el entorno. Actualizarlo y hacer justicia a la duna supone un reto jurisdiccional para las administraciones. “Si está pegado al mar, es competencia de la Demarcación de Costas del Estado”, subrayan al respecto fuentes municipales. 


Sin embargo, el Ayuntamiento es perfectamente consciente del tesoro que supone la duna y se encuentra en fase de estudio de una actuación más ambiciosa. “Medio Ambiente es consciente del valor de la duna y está estudiando algún tipo de medida para poner en valor este patrimonio”, afirman desde el Gobierno local. “Estamos mirando una renovación de la señalética, por ejemplo, pero puede haber más cosas”, agregan.


Futuro 

El doctor en Biología, investigador postdoctoral de la UDC y socio del grupo naturalista Hábitat Rafael Carballeira no solamente defiende el valor de la duna en pasado, sino que también reivindica su valor de cara al futuro. “Todos estos registros geológicos ayudan a reconstruir el litoral pero también son informativos acerca del cambio climático, la subida del nivel del mar y cómo afrontar el desarrollo de infraestructuras de cara al futuro”, dice el especialista en la materia. 


Por otra parte, Carballeira también sugiere la potencialidad de la explotación turística y del llamado geoturismo (que está en auge) en este área. “Cada vez más gente se interesa por el medio ambiente y las actividades especializadas en este sentido”, apunta. Por ejemplo, señala la existencia de la playa que subyace bajo la duna como “una cosa similar a la playa de Las Catedrales en su día, y con la información necesaria sería un polo de atracción”. Por lo tanto, concluye: “Estamos entendiendo que el ser humano necesita contacto con la naturaleza y la demanda a la hora de entender y profundizar en todo esto está creciendo. Estaría bien renovar todo el entorno y explicar lo que estamos viendo y lo que no”. Y es que, desde el punto de vista biológico también habla el doctor de “seres previos a la existencia del propio ser humano, como bivalvos, elementos transportados por la duna que todavía existen a día de hoy”.
No obstante, todos los expertos coinciden en la necesidad de hacer de la duna fósil más antigua de la Península Ibérica un patrimonio ya no del que sean conscientes y presuman los ciudadanos, sino también de un motivo para exportar la ciudad e importar turismo. 

 

Fusilada por los vándalos

La duna fósil más antigua de la Península Ibérica hay que buscarla a propósito y tener los ojos bien abiertos para discernir entre la vegetación que crece de manera silvestre y el patrimonio más longevo de la ciudad. Y es que el ciudadano de a pie y el turista tienen que ir ‘aprendidos’ de casa para encontrarse con la señalización correspondiente. Ésta fue sugerida por el profesor Vidal Romaní, quien cuando se proyectó la última parte construida del Paseo Marítimo, advirtió sobre la existencias de unos sedimentos de gran valor científico. 

 

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Así está protegida la duna | Patricia G. Fraga


El diseño original directamente destruiría tanto las dunas como la playa fósil de Penaboa, por lo que fue modificado. El director del Instituto Universitario de Xeoloxía Eduardo Pondal, Juan Ramón Vidal Romaní, fue el primer salvador de la duna. El segundo lo fue un cristal a prueba de vándalos. “Le había dicho a Rafael Eimil, jefe de la Demarcación de Costas, que pusiera unos ventanales grandes para que pudiera verse la duna”, recuerda geólogo. “Están cubiertos de vegetación porque la semillas entran por las fisuras. Al principio hubo la mala idea de decir que eran a prueba de balas, así que fueron allí y los machacaron, en dos meses estaban destrozados. Se han repuesto, pero entran semillas y la vegetación se reproduce”, añade, en referencia a las demostraciones de tiro que algunos decidieron realizar contra el patrimonio prehistórico de la ciudad.

 

 

Cristina Narbona

La actual presidenta del Partido Socialista Obrero Español y ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona es también una de las voces más autorizadas a nivel nacional para calificar el valor de la duna de Penaboa. Presidenta del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, instó a Vidal Romaní a luchar por la puesta en valor del entorno. “Me dijo que es una enorme joya para aprovechar”, reconoce.

 

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Cartelería informativa | Patricia G. Fraga


Tampoco la escasa cartelería cercana a la duna fósil y la playa de cantos rodados es especialmente atractiva. Desde su instalación, hace algo menos de dos décadas, ha perdido hasta el color e incluso cuesta discernir algunas de las indicaciones. “Los carteles informativos habría que reponerlos”, advierte Vidal Romaní, quien es consciente de que ahora se podrían generar mejores recreaciones digitales de cómo era esa zona en el pasado remoto. Pero mientras, tras cientos de miles de año, sigue en el olvido. 

La duna más antigua de la Península Ibérica está abandonada en A Coruña

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