En la reforma recién inaugurada, el Ayuntamiento coruñés puso especial mimo en dotar de naturaleza la calle San Andrés. Además de unas moreras muy especiales (las que se plantaron están modificadas genéticamente para no dar fruto y así no manchar el firme, como ocurre en la Marina) en zonas acotadas se plantaron varias especies para mayor adorno de la vía. Y es en estas áreas en la que se nota la huella de incívicos fumadores, quienes las han convertido en unos gigantescos ceniceros al aire libre. “Lo han puesto todo perdido en muy pocos días”, se quejaba ayer por la mañana una mujer de mediana edad que paseaba a la altura de una óptica de la comercial calle. Y le asistía toda la razón.

En estos nuevos espacios verdes que surgieron con la mejora de la calle se plantaron siete especies: lavanda, achillea, carex, nandina, stipa, liriope, penisetum, thulbalgia y penisetum. “Son plantas que van a resistir”, aseguró a este periódico el vicepresidente del Grupo Naturalista Hábitat, Santiago Vázquez. Cuando hablaba de resistencia, dimos por hecho que se refería a la lluvia y al viento. Pero también han de hacerlo ante un elemento no natural: los restos de cigarrillos. Del principio al final, desde la capilla castrense hasta la plaza de Pontevedra, en todas las zonas habitadas por esas siete especies hay decenas de colillas. Consciente de que existe un problema con esta actitud, la gerencia de El Café de Macondo ha colocado en el exterior de su local, y justo en el interior de uno de esos parterres, una maceta con tierra y sin verde que hace las veces de cenicero. Pero lo cierto es que en su interior hay menos restos de cigarrillos que en su entorno.

Más decoro
Los paseantes lamentan las ‘plantaciones de tabaco’ de San Andrés y piden más decoro a los fumadores: “Tienen papeleras”, recuerdan. Es cierto que las hay, pero en este caso hay que recordarle a ellos que han de tirar los pitillos apagados, puesto que la ‘Ordenanza de gestión de residuos municipales y limpieza viaria’ prohíbe “depositar en las papeleras o contenedores de recogida de residuos colillas de cigarrillos u otras materias encendidas”. La multa es de hasta 750 euros, que es la misma que te puede caer por arrojarlas en el suelo. Que tomen nota los incívicos, porque pende una amenaza sobre ellos: “Vamos a empezar a multar”, advirtió Inés Rey durante la tarde de ayer durante un paseo por la calle.

Por quedarnos con un dato positivo, las deyecciones de perros, que suelen ‘adornar’ toda zona verde de la ciudad, son excepcionales en San Andrés: ayer mismo solo se contó una entre centenares de colillas.