Tenía ganas de “molestar” y polemizar con su argumento. No podía ser de otra forma si Gunter Pauli (Amberes, 1956) quería ser fiel a sí mismo en la ponencia de apertura del 40 Seminario de Ingeniería Hospitalaria que, desde el pasado miércoles y hasta hoy celebra en la ciudad. Los más de 1.500 asistentes pudieron disfrutar de los ejemplos prácticos y la teoría aplicada al sistema médico de su 'Economía azul', bandera de un conocimiento que abarca más de 30 publicaciones, ponencias en los foros más prestigiosos y una ambición: la naturaleza y la sostenibilidad como claves para mirar al futuro.
¿Cuál ha sido el feedback de su paso por el Seminario?
Lo más importante es que un congreso no se convierta en pura paja, un lugar donde se hable mucho y luego se haga nada. Quiero que la gente que participe esté dispuesta a cambiar su modelo de negocio, a escuchar algo que no es obvio. El hecho de que me hayan invitado es un acto de liderazgo, porque yo no soy un ponente habitual. Quiero molestar a la gente y, cuando me dijeron que no había problema en molestar, me pareció muy bien.
El congreso ha incorporado a su denominación su concepto de economía azul, ¿cómo se lo explicaría a alguien que nunca haya leído una palabra al respecto?
La gente se pregunta qué pasó con la economía verde, que se erigió en su día como la economía de la sostenibilidad. La razón por la que los organizadores han añadido la etiqueta de economía azul es porque en el servicio sanitario tú no puedes buscar la lógica de reducir gastos. Es casi siempre un gasto mayor: buscamos salud, la curación, la salida de un estado determinado... Por eso, en la economía verde todo lo que es bueno para el medio ambiente y para uno mismo es costoso. Es algo para los ricos. En la economía azul lo que proponemos es que todo lo que queremos generará un valor. Y todo el mundo está dispuesto a pagar por algo que tiene valor, no por algo que es barato.
¿De qué forma en la carrera hacia el fin último de la curación se pueden reducir recursos para ser sostenibles?
Lo primero que necesitamos es cambiar de una lógica de centrarse en la cura e ir hacia la prevención. Gracias a la nueva ciencia sabemos que todas las enfermedades por fin tienen una causa común: la incapacidad de nuestro cuerpo de producir las proteínas que corrigen un fallo en el ADN. No necesitamos a los expertos que nos hagan un nuevo ADN. El cuerpo es capaz, pero con el tiempo perdemos esta facultad tan importante. Lo que nosotros vamos a vivir en 25 años es que la mitad del gasto en servicio sanitario será la prevención y el pronóstico. Nos podemos analizar con una gotita de saliva, identificar las proteínas que nos faltan. Gracias a eso podemos pronosticar que en cinco años puedes tener un cáncer de riñón. Los científicos han hecho un seguimiento de 10.000 personas que han vivido más de 100 años y que murieron de vejez. En 50 años estoy seguro que ya será un 90 por ciento. Un servicio sanitario donde la prevención domine será también el que genere más felicidad. Hemos presentado un caso en el que cerramos el hospital por falta de pacientes: la gente recuperó tanto su salud que no necesitaba más un hospital.
Acostumbran a referirse a economía azul, a nivel local, como aquella que tiene en el mar su gran aliado...
Estoy muy incómodo con cruceros que tienen una contaminación peor que todos los coches de A Coruña juntos. ¿Cómo vamos a convivir con esto y tolerar este tipo de barcos? He presentado un barco de 0 emisiones, que genera energía del sol, produce hidrógeno con el agua del mar... todo esto es posible de realizar. No entiendo que se ponga a los ciudadanos un límite a la emisión de su coche diésel, pero toleramos que no haya un límite para recibir a 10.000 clientes que toman una Coca Cola. Vemos que Barcelona, Venecia o Amsterdam han tomado la decisión de 'no más'. Con la misma lógica, el transporte marítimo no puede utilizar estas fuentes energéticas tan contaminantes, igual que el servicio sanitario es prevención y pronóstico. La transición y su diseño son clave.
Estamos hablando en pleno mes de octubre y en breve rozaremos los 30 grados...
La Tierra sufre de muchos problemas, pero también nosotros nos quejamos mucho y hacemos poco. Por ejemplo, en Colombia hicimos la regeneración de un bosque: si tienes un bosque biodiverso la temperatura decrecerá diez grados. Entonces no entiendo por qué no hay más bosques biodiversos y sí monocultivos como en Galicia. Eso es como un desierto verde. Nos paralizamos al no pasar a la acción, y espero que eso cambie. Lamentablemente, mucha paja y poca acción.
¿Es un problema de educación?
Los niños tienen que estar más inspirados. Les presentamos todos los problemas del mundo, pero sin soluciones. Cuando hay una solución la celebramos como si fuera lo último, pero las estadísticas no cambian: tenemos más de un millón de casos bonitos, pero que no han cambiado las estadísticas. Si tienes una buena casa, hay que hacerla mil veces, no sólo una.
¿Teme que ciertos mensajes políticos puedan provocar pasos atrás en la concienciación sobre el cambio climático?
No podemos echar la culpa a los que hablan mal y denuncian el pasado. Con toda la información disponible no hemos logrado cambiar. Si con toda la ciencia a tu disposición no has cambiado nada, no eches la culpa al que cuestiona. Hay que eliminar el análisis y pasar a la acción. Tenemos una enfermedad de someter todo a comités y consensos. Eso no es posible, hay una necesidad de acción con visión. El incendio es hoy, no en 2050. No es serio. Y mucha gente lo siente así, porque es demasiado lejos. Hoy en día, no hemos logrado ni el 12 por ciento de los objetivos.
¿Cómo serán los hospitales del futuro?
Los hospitales del futuro serán al 90 por ciento de pronóstico y prevención. La cura es algo que tenemos que reconocer que no nos da la calidad de vida. En un país como Japón ya se ha dividido entre calidad de vida y de supervivencia. Lamentablemente, quien entra en un programa de curación sobrevive, pero sin calidad de vida. Por eso es tan importante el pronóstico y prevención que enfocarnos en la cura.