El horario ampliado deja el mejor mes de agosto en la historia de la hostelería local

El horario ampliado deja el mejor mes de agosto en la historia de la hostelería local
Las terrazas de La Marina recuperaron ayer el horario habitual, pero ni el mal tiempo impidió que siguieran trabajando a buen ritmo durante todo el día | Patricia G. Fraga

El horario extendido para la hostelería sigue dando que hablar, incluso horas después de que la histórica prórroga de dos horas en el cierre concedida por María Pita expirase. Como si de una metafórica extensión de la Batalla Naval se tratase, la traca final fue un maná de clientes e ingresos que pone de manifiesto que, debates aparte, el objetivo básico se ha cumplido: Por un lado darle otro empuje a uno de los sectores más castigados por la pandemia. Por otro, ofrecer un servicio al ciudadano que, como el pasado lunes, no tuvo que elegir entre disfrutar de un concierto y poder cenar o tomarse una copa sin mirar el reloj.
 

La Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, que no hace mucho abanderó las reivindicaciones y se puso las mascarillas con el hashtag #SalvemosLaHostelería, pudo por fin quitárselas y sonreír abiertamente. “La gente está encantada, esta ampliación de horario nos ha permitido dar mucho mejor servicio y, turísticamente, también ha tenido mucha repercusión”, afirma su presidente, Héctor Cañete, quien habla abiertamente de una medida para los anales. “A falta de los tickets de caja, las facturaciones van a batir el récord de todos los registros de agosto”, advierte.
 

Un precedente a mantener

A Coruña estaba acostumbrada a medidas excepcionales respecto al cierre del ocio nocturno en Fin de Año, o a actuaciones aisladas en la noche de San Juan. Sin embargo, por primera vez en la historia, el comienzo de las Fiestas de María Pita y el horario extendido fueron de la mano durante los primeros quince días de festejos, algo que sienta un precedente que para los hosteleros debe ser referencial. “Cuando sean fiestas de A Coruña, aparte de eventos como San Juan o las Navidades, es un modelo a imitar”, subraya Cañete de cara a diciembre. 
 

Recaudaciones y beneficios aparte, la medida sembró el debate desde el primer momento, hasta el punto de que la alcaldesa Inés Rey tuvo que calmar a voces discordantes como la Asociación de Vecinos del Orzán. “De verdad, son solo quince días”, prometió, después de recordar que la ciudad está en fiestas. Desde la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, su máximo dirigente prefiere no entrar al trapo de las críticas. “Solamente podemos hablar en positivo; siempre sale alguien a protestar, pero el Ayuntamiento aguantó bien”, agradece. 
 

Por otra parte, ya a nivel personal, Héctor Cañete ejemplificó así el día posterior al concierto del pasado lunes y lo que significó para el sector: “Acabamos de aterrizar de lo de Luis Fonsi, fue un éxito hasta el punto que algún asociado de María Pita me dijo la cantidad de cerveza que vendieron y es algo descomunal”.

 

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Felicidad en La Marina 

Si ya de por sí La Marina y sus locales son un buen termómetro de la salud de la hostelería durante el verano, la ampliación de horarios y la afluencia de público a los conciertos de María Pita hicieron de la zona la mejor justificación de la medida tomada por el Ayuntamiento. Alberto Boquete, responsable de La Mansión, se encuentra en plena transición hacia la presencia de los hosteleros de la zona. Y no podría haber encontrado una bienvenida mejor. “Agosto es sinónimo de alegría, pero ha quedado claro que la gente tiene ganas de salir, de relacionarse y eso lo notamos en los locales”, dice. 
 

Respecto a los datos de recaudación, al igual que sucede con la agrupación provincial, los indicios apuntan también al estado de alegría vivido en la ciudad durante los primeros quince días del mes. “Veíamos a la gente a la salida de los conciertos y era una locura, y las cajas lo notaron, porque la zona de La Marina somos un poco la postal de la ciudad”, comenta. 
 

A pesar de que A Coruña sigue de fiestas, ayer fue la primera noche en la que tanto la hostelería como el ocio nocturno vivieron el síndrome de la Cenicienta y sus cierres se convirtieron de nuevo en calabaza. Fue el final a quince días en los que el hechizo no solamente les hizo vivir una situación ideal, sino que además dejó en el olvido dos años de drama.

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