“Vámonos, que es imposible pedir”. Esa frase justo antes del concierto de Kate Ryan refleja la difícil manera de conciliar 20.000 personas con la capacidad de los locales de hostelería de la plaza de María Pita. No nacieron con esa intención ni tampoco el diseño del kilómetro 0 de la ciudad deja demasiado margen de maniobra. Muchos han optado por instalar barras en el exterior, pero en cierta medida es como intentar tapar el sol con un dedo: las colas y las esperas se hacen en ocasiones interminables. Desde el punto de vista del empresario es, no obstante, un maná que duplica la facturación de una quincena normal. También se trata de un generador de empleo importante, una alternativa innegociable y sin la que el trabajo no saldría adelante.
Quizás, el epicentro del agobio sea Breens Tavern, la cervecería de inspiración irlandesa y que se ha hecho viral por sus tapas accesibles, variadas, ricas y al ritmo de heavy metal. Su propietario, Pablo Breen, sabe lo que se le viene encima estos 15 días. “En este tiempo la facturación casi se duplica respecto a otros meses: en agosto sube un 50 por ciento, pero en el caso de la primera quincena, mejora un 90 por ciento”, confiesa. “Durante cada concierto tendremos entre 14 y 16 personas trabajando, incluyendo cocineros y camareros”, añade el empresario, que sabe que hasta que la licencia lo permita atenderá el vaivén de clientes.
No demasiado lejos de María Pita está Alberto Boquete, presidente de los hosteleros de La Marina y responsable de La Mansión 1783, a quien el follón le llegará a partir de la finalización de los recitales. “Esperamos un mes de mucha actividad, con muchas visitas y turistas”, reconoce. La expectativa es muy buena y desde junio hemos reforzado la plantilla. Preferimos que empiece la temporada alta para el trabajador poco a poco, no de golpe”, dice.
Muchas veces necesitada de clientes, la hostelería tiene la capacidad que tiene para atenderlos. Por eso, según Héctor Cañete, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, el júbilo por la llegada de las fiestas es evidente, pero también las limitaciones con las que trabajarán algunos asociados. “Cuando te toca el evento en primera línea es imposible dar servicio. Si hay 100.000 personas en la playa, das el servicio que puedes. Al final, tampoco puedes hacer más. Son días muy fuertes que compensan fines de semana como los de las orquestas en el área metropolitana”, finaliza el máximo responsable de los hosteleros.
Al final, tener mesa durante estos días en una terraza es casi como tener un chalet en primera línea de playa en Mykonos.