El martes a las cuatro de la tarde se produjo un incendio en un bajo situado detrás del número 28 de la calle Montevideo, en el cruce de la avenida del Alcalde Pérez Ardá con Caballeros. La Policía Nacional investiga las causas del incendio, pero los vecinos sospechan de algún okupa, dado que sujetos marginales han allanado el bajo en repetidas ocasiones, muchos de ellos toxicómanos. Creen que alguno podría haber prendido un fuego por algún motivo, y este se les fue de las manos. Lo cierto es que esta clase de incidentes se dan a menudo y que, aunque a los vecinos les preocupan otros problemas derivados de la marginalidad, como las peleas, el tráfico de drogas o los robos, los incendios constituyen uno de los principales riesgos relacionados con los okupas.
El último fin de semana de abril, por ejemplo, los Bomberos acudieron de noche a San Pedro de Visma, donde se había declarado otro incendio en una casa en ruinas, de la que se tiene constancia que había sido ocupada. No se descubrió a nadie en los alrededores, por lo que se sospecha que el okupa se habría dado a la fuga para no tener que responder de lo sucedido.
Ese fuego, como el del martes, no causó grandes daños, pero algunos de los incendios más graves que ha registrado la ciudad en los últimos meses sí estaban relacionados con el fenómeno okupa. En el barrio de Os Mallos, a principios de diciembre, se declararon tres de estos fuegos: dos en el número 28 de la calle Asturias y otro en el número catorce de la calle de Diego Delicado. No era la primera vez, puesto que edificios situados en las calles de San Luis y Monforte habían ardido hace ya dos años.
Otros barrios de la ciudad, desde el Orzán a Palavea, han sufrido los peligros que suponen tener como vecinos a okupas que habitan inmuebles viejos que habían estado largo tiempo abandonados, muchas veces con una estructura de madera y que solo disponen de una instalación eléctrica deficiente y muchas veces tienen luz gracias a una toma ilegal de corriente. En otras ocasiones, el fuego procede de estufas o incluso hogueras con las que los okupas tratan de calentar sus precarios refugios, pero también existen casos de incendios que se sospecha que fueron intencionados, motivados normalmente por rencillas entre estos individuos marginales.
En algunos casos, no son inmuebles viejos, sino construcciones inacabadas, pero donde se acumula la basura que se convierte en material inflamable, como ocurrió en octubre en una antigua obra de Nuestra señora de Fátima .Para evitar que se produzcan esta clase de incidentes solo se puede expulsar a los okupas y tapiar los accesos y, por supuesto, recuperar la actividad constructora que elimine los edificios peligrosos.
Los operarios retiran la uralita de una de las casas okupadas de O Castrillón
Los operarios volvieron ayer a la avenida de Casanova de Eirís, en O Castrillón, para proseguir con el desmontaje de una de las casas bajas que durante años, han estado ocupadas en un gran solar que ocupa el centro del barrio y que preocupa a los vecinos por la marginalidad y el tráfico de drogas que se ha asentado en ella. Pero después de muchos años de retrasos y de negociación del Ayuntamiento con la junta de compensación propietaria del terreno para que se llevaran a cabo las demoliciones, la pala excavadora comenzó a trabajar el mes pasado.
El 29 de abril se había comenzado la demolición de una chabola, pero esta contaba con un tejado de uralita, por lo que requería de un equipo especializado para que retirara el material cancerígeno. Días antes se había derribado otra casa que no ofreció tantas dificultades.
Por otro lado, aún queda por demoler la casa más problemática, la que está ocupada por toxicómanos que se enzarzan en trifulcas y robos. Desde la asociación de vecinos del barrio reconocen que es un proceso lento, pero consideran que se está marchando por el buen camino.