Juan Luis Guerra vuelve al Coliseum, el recinto en el que marcó un récord imposible de superar

En 1991 reunió a 15.000 personas en un concierto que obligó a reducir el aforo del multiusos
Juan Luis Guerra vuelve al Coliseum, el recinto en el que marcó un récord imposible de superar
Momento del concierto de Juan Luis Guerra en el Coliseum en el 91

Entre las decenas de conciertos que ha albergado el Coliseum en su larga historia hay uno insuperable: el de Juan Luis Guerra el 3 de agosto de 1991. Acudieron 15.000 personas, una cifra que jamás se volvió a alcanzar porque a partir de aquel día se fue rebajando progresivamente el número de asistentes al recinto multiusos de Lavedra. El regreso del artista dominicano a la ciudad, precisamente al Coliseum, es un buen motivo para recordar aquella sudorosa jornada.


Para empezar, hay que situarse en la época. Juan Luis Guerra llegó a A Coruña en el momento más álgido de su carrera, justo después de publicar sus discos ‘Ojalá que llueva café’ (1989) y ‘Bachata rosa’ 
(1990). En aquel tiempo era prácticamente imposible pasar un día sin escuchar una canción del dominicano, fuese en la radio, en  la tele, en la calle, en los bares o en los locales de copas. 


El Coliseum justo abrió ese año 1991. Lo primero que albergó, el 19 de mayo, fue un festival folclórico al que asistieron 10.000 personas. Ese mismo mes actuaron Montserrat Caballé y José Carreras (7.000) y hubo también un concierto organizado por Los 40 que atrajo a 15.000, pero no a la vez sino en diferentes momentos. Sting metió en junio a 11.000. En julio, Paul Simon a 7.000 y Emilio Aragón, a 10.000, la misma cantidad que Héroes del Silencio el 2 de agosto.


Y en esto llegó Juan Luis. El Ayuntamiento desconocía la capacidad exacta del Coliseum.Y respondió a la alta demanda con oferta y más oferta. En realidad no se vendieron 15.000 entradas, pues unas 4.000 personas entraron con invitaciones gratuitas o se colaron, según sostiene Eduardo Blanco, entonces responsable de la instalación. El caso es que se tomó nota y nunca más volvió a ocurrir: cinco días después tocó Mecano y el aforo se limitó a 13.000.

 

Alta demanda
Esta vez, Guerra ha despachado 8.500 entradas, y esa es la cifra que marca el lleno total en un Coliseum cuyas medidas de seguridad han cambiado mucho desde 1991. Fuentes del Ayuntamiento reconocen que, dado el ritmo de venta, el dominicano “habría podido llenar dos veces el recinto de Lavedra”, es decir, haber metido 17.000 personas, dos mil más que en su primer concierto. Obviamente, esto no es posible, pero sí habría sido albergar esa cantidad de gente en otro recinto, el muelle de Batería. Tras aquel mítico concierto de 1991, Juan Luis Guerra ha estado otras tres veces en la ciudad, todas ellas en el Coliseum. Dos años después de ese sonado debut, en 1993, reunió a 12.000 espectadores. Tardó en volver: lo hizo en 2008, actuación que fue aplaudida y bailada por 7.000 asistentes. Su última vez  fue en 2017, cuando congregó a 6.500 personas.  


Por tanto, la del próximo sábado será la quinta ocasión en el recinto de Lavedra del dominicano, aquel que en su primera visita a punto estuvo de reventar las costuras del multiusos. 

 

El recuerdo de Eduardo Blanco

El que por aquel entonces era teniente de alcalde de Transporte, Turismo, Fomento, Equipamientos y Deporte, y responsable del Coliseum, Eduardo Blanco, relata su experiencia del concierto: “Asistieron unas 15.000 personas y eso nos desbordó por completo, hasta el punto de que nos fue imposible regular los pasillos de circulación desde el punto de la seguridad”, relata. “La única opción para parar aquello era desalojar”, afirma. Pero no se hizo. “No podíamos desalojar porque el remedio podía ser peor que la enfermedad, por lo que todo el operativo de seguridad se dirigió hacia las zonas de evacuación, de modo que se abriesen las puertas con rapidez en el caso de que pasara algo. Afortunadamente, no hubo que lamentar ningún suceso”.


A pesar de que el público estaba “como sardinas en lata”, Blanco asegura que la gente “se lo pasó fenomenal”, si bien después de este evento masivo se decidió reducir el aforo del Coliseum. “Nunca habíamos medido la capacidad real del recinto, aún estábamos empezando con él. Yo creo, y esta puede ser una opinión sujeta a error, que los controladores de puertas tuvieron manga ancha, porque no se vendieron 14.000 entradas, sino 11.000 como mucho”.

 

Testimonio de tres asistentes

“Ese concierto fue algo especial, en el Coliseum no cabía ni un alfiler”, señala María Novo, que en aquel entonces tenía 28 años y asistió al recital con algunas amigas de su trabajo. “Me lo pasé muy bien aquel día, porque Juan Luis Guerra estaba en plena efervescencia en España, con aquellas canciones y letras tan románticas. El concierto estuvo relativamente bien. Es cierto que hubo algunos fallos de sonido, pero eso no importó mucho. Fue un concierto muy disfrutón, como se dice ahora, la gente iba a bailar y cantar, pero sobre todo a divertirse”, relata esta fan del cantautor dominicano.

 

“El concierto lo vi desde el foso. Una amiga mía fue al baño y luego ya no le dejaron bajar, porque las entradas eran generales y la gente se colocaba por donde quería. Creo que nunca hubo tantas personas juntas en el Coliseum”, rememora Noemí Pérez, quien vio por primera vez a Guerra ese día, con 17 años. “El sonido retumbaba por todas partes, fue una auténtica locura, pero me lo pasé genial”, apunta. “No he vuelto a ver Juan Luis Guerra desde entonces y me da pena no poder ir al concierto de este sábado, porque no estoy en A Coruña”, lamenta esta seguidora del artista. 

 

“No tengo muchos recuerdos, pero los que tengo son fuertes. Fue uno de los mejores conciertos a los que he ido en mi vida. Nunca he visto el Coliseum tan lleno como aquel día y creo que de milagro no pasó nada malo”, relata Nieves Ramallo, que consiguió ver al dominicano gracias a un amigo que no podía ir al evento y le revendió la entrada. “No te podías mover. Bajar a la pista era imposible. La música apenas se oía desde donde estábamos porque todo el mundo cantaba y coreaba los temas. Era una masa de gente que sonaba más fuerte que la propia música”, describe. 

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