Su hija fue el primer caso de la variante inglesa en A Coruña. Él se contagió en casa y acabaron juntos en el hospital, ambos muy graves. Manuel Sánchez Rubal no puede evitar emocionarse al recordar aquella época “terrible”, pero asegura que estará siempre “eternamente agradecido” con los sanitarios. “Había una enfermera que se llamaba Luisa, no puedo olvidar cómo se portó”, confiesa.
Su primer recuerdo de la pandemia es la época del confinamiento. Sánchez Rubal es el dueño de las ópticas que llevan su apellido y entonces tenía permiso para tener abiertos los locales “solo unas horas al día”. “Estábamos mi hermana Patricia y yo. Fue una época terrible. Recuerdo el paseo que hacía desde donde vivo en A Zapateira hasta A Coruña y aquello era un horror. No había nadie. Fue muy impactante”, asegura.
Pero lo peor vino después. “Una de mis hijas vive en Londres y vino de allí sin saber que estaba contagiada”, recuerda. Fue en Navidad de 2021. Las lágrimas brotan al hablar de aquel momento en su casa, con su hija aislada en una habitación y dejándole la comida en el suelo frente a su puerta.
Había una enfermera, Luisa, que no puedo olvidar cómo se portó. Estaré eternamente agradecido
La joven, de 32 años en aquel momento, empeoró y llegó el momento de ir al hospital. “La llevé yo con las ventanillas abiertas, me puse el bufanda y me tapé la boca. La tuve que dejar allí”, recuerda el óptico.
Al cabo de unos días, Manuel Sánchez Rubal se empezó a encontrar mal. “Fui al hospital y di positivo. Yo tenía miedo porque si mi hija estaba tan mal, yo me podía morir. Yo veía que ella no podía respirar... Lo pasó francamente mal”, lamenta.
Como ella era el primer caso de la variante inglesa, pasó un tiempo aislada, pero tiempo después tuvo la “suerte” de reencontrarse con su padre y compartir habitación con él.
“A mi hija le dieron el alta, pero yo me tuve que quedar allí. Fue muy duro. En la habitación entró un señor y vi como se moría”, confiesa.
Reecontrarse con su familia cuando recibió el alta lo define como “un estado de felicidad” pura. “Cuando estás retenido, siempre estás pensando en qué es lo que vas a hacer cuando salgas. Y la verdad, es que no haces nada. Respiras”, asegura.
Más allá del impacto psicológico, a Manuel no le quedaron secuelas. “Yo siempre digo que empecé a envejecer a raíz del covid, aunque no me considero viejo”, asegura entre risas.
Sánchez Rubal aprovecha para lanzar un mensaje de agradecimiento “eterno” para todos aquellos profesionales que diariamente cuidan de los demás. “Hay que sacarse el sombrero todos los días”, zanja.