Toda la discreción que se le supone a la relación comercial entre un consumidor de estupefacientes y su camello parece haber pasado a segundo plano en el barrio de Elviña, donde una improvisada señalización vial marca el camino hacia el suministro de "porros" y "mariguana" (sic). Se trata de grafitis básicos, pintados en las baldosas de la calle de Isaac Díaz Pardo, y que a modo de Monopoly o juego de la oca dirigen a un portal concreto de la vía.
Este tipo de 'señaléctica' no acostumbra a ser así de explícita y tanto compradores como 'comerciantes' suelen usar otro tipo de códigos más discretos, como la archiconocida fórmula de las botas colgando en los tendales. Sin embargo, todavía se desconece si las pintadas se corresponden con una broma de mal gusto o es que, en realidad, el camino hacia el suministro se hacía en esta ocasión demasiado confuso para unos compradores descolocados.