La exigencia mayormente de etiqueta, el gasto anticipado en entradas o el incremento del precio en las copas no le han restado ni un ápice de tirón al Fin de Año de la ciudad, una burbuja que crece y que en su día amenazó con explotar, pero que ha recuperado toda la fuerza de antaño. Al menos esa es la conclusión que arrojan los datos que manejan los diferentes empresarios de la noche de cara a la madrugada del domingo al lunes. “Es un globo que hace años se estaba desinflando y parecía que pincharía, porque no deja de ser una noche en la que pagas más, pero estamos a niveles de venta de 2019 y, en algunos locales, por encima”, subraya Luis Diz, presidente de Galicia de Noite y gerente del grupo Pelícano.
Son precisamente las propuestas más concretas, el indie de la Inn o la Wake Up que prepara la sala Pelícano hasta entrado el día 2, las que más rápido agotaron lo que antes se llamaba el papel. “Son gente que viene a disfrutar de la música”, comenta el hostelero, que durante las navidades ha percibido “gente desbocada” y con ganas de fiesta incluso entre semana. Amura, Brit o incluso la fiesta light de Playa Club también despachan sus últimos tickets a un ritmo de vértigo.
Decir Chaston en A Coruña es hablar de una institución con medio siglo, aunque también puede hablarse en clave de una propuesta renovada y remozada que, por ejemplo, confiará su suerte a la fidelidad de los clientes, tal y como reconoce su mánager y nuevo gerente, Rubén Vázquez: “No hicimos venta anticipada, sino que haremos venta en puerta. Es un fin de fiesta para todos los demás locales”.
Del local primigenio instalado en el imaginario colectivo de la ciudad quedan el interior y el exterior del inmueble. El concepto es una reinvención hasta convertirlo en una alternativa para un target de mediana edad, entre 35 y 40 años, música en directo, tanto electrónica como indie, y un proyecto que sigue tomando forma tras un mes de viraje en el rumbo.
Con dos ambientes diferentes y una discoteca que semanalmente gana adeptos en su piso superior, Emilio Ron, gerente del Cine París, es optimista y cauto a la vez a la hora de enfocar la celebración. “La expectativa es muy buena, pero pedimos calma y sosiego, dados los últimos sucesos”, advierte. “El protocolo de seguridad será el mismo, pero pedimos al público que extreme la autoprotección fuera de los establecimientos”, prosigue Ron, que ha ofertado una barra libre y un after party en el que en su día fue cine más longevo de España.
También dos ambientes, aunque en locales diferentes, tendrá Antonio Ruiz, propietario de La Calle y Quai. Con todo vendido, ha dejado un cupo final para viandantes perdidos. “Completaremos el aforo en ambos, seguro”, promete.
Más rápido que nadie ha solucionado la noche Carlos Pereiro, propietario de Studio 54 en el Orzán. Hace dos meses, una llamada de una cliente le sirvió para despachar de un plumazo casi todo el aforo . Además, acaba de liberar una partida de las últimas 50 que volaron en cuestión de horas.
Y es que, en 2023 más que nunca, la ciudad sabe cuándo empezará la fiesta de Fin de Año, pero depende del aguante de cada uno hasta dónde llegará con las celebraciones.