La Xunta ha licitado esta semana, por 2,6 millones de euros, la plataforma de baño de O Parrote, que estará operativa el próximo verano. Es una iniciativa que continúa una larga tradición que se remonta a nada menos que 1837, pues son varias las instalaciones similares que han dinamizado ese espacio desde entonces.
En su artículo académico ‘El despertar del turismo urbano en España: baños de mar, ocio y urbanismo en A Coruña (1900-1935)’, Elvira Lindoso-Tato y Margarita Vilar-Rodríguez, de la Universidad coruñesa, recopilan el pasado acuático de esa zona y sitúan en el citado año la primera “casa de baños” de O Parrote, y seguramente de Galicia, iniciativa de un particular, José Fernández: “Contaba con dos departamentos, uno para hombres y otro para mujeres y niños, que se alquilaban a precios económicos. Nuevos balnearios se sumaron a este en los años siguientes pero corrieron una suerte desigual”, apuntan las estudiosas. Previamente, en 1835, el Ayuntamiento había promovido la construcción de un balneario público con 34 departamentos “con sus correspondientes pilas de mármol y zinc para tomar baños de agua caliente y fría” en esa zona, en concreto “en el foso de la Puerta Real”. Quiso financiarlo por medio de acciones de suscripción popular y por ello fracasó.
Según estas estudiosas, Francisco Pola abrió en torno a 1854 una segunda instalación de este tipo en O Parrote: se trataba de un “balneario flotante” frente a la rampa de la calle Montoto. Estuvo operativo hasta 1856.
En 1863, la situación había cambiado para peor. Se sabe por un artículo publicado ese año por ‘La Ilustración de La Coruña’, al que aluden María Carmen Leira Abella y María Ángeles Cano Leira, del Centro de Salud de Narón, titulado ‘Casas de Baños en Galicia en el siglo XIX’. “Imprescindible necesidad tiene la Coruña de una casa que con sus aguas remedie enfermedades, las evite y contribuya a la higiene pública y privada. En las poblaciones que llegan a 30.000 almas su carencia se hace sentir en descrédito de la población”, se sostiene en dicha pieza periodística. A continuación, se ofrecía información sobre cuál era la situación justo en ese momento: “Hubo en La Coruña una casa de madera afianzada al Parrote; la hubo bonita flotante que en breve desapareció; creemos que ha llegado el momento de edificar una mampostería. No debe ser muy extensa, pues ni las necesidades de esta población marítima lo requieren, ni se puede por algún tiempo contar con afluyente número de forasteros”. De la lectura de este texto se deduce que, en 1863, el establecimiento abierto por José Fernández en 1837 ya ha cerrado y que también lo ha hecho la “flotante” que se inauguró después.
Siguiendo de nuevo la cronología de Elvira Lindoso-Tato y Margarita Vilar-Rodríguez, al año siguiente de ese artículo, 1864, los ruegos del redactor de ‘La Ilustración de La Coruña’, fueron atendidos: Eduardo y Esteban Cervigón abrieron una casa de baños. En O Parrote. Quizá sea ésta la que aparece en un mapa de la ciudad elaborado por Francisco Coello en 1865, en el que se señala una “casa de baños flotante” frente al baluarte del Parrote (el que ‘apareció’ durante las obras de construcción del aparcamiento).
Las casas de baños de Eduardo Cavia (1884), Baña y Fernández (1889) y el balneario de Ruperto Fernández Vaamonde (en funcionamiento a comienzos del XX) son las siguientes instalaciones de este tipo. En una postal datada entre 1905 y 1915 vemos una casa y un terreno adjunto, acotado con vallas de maderas, que según el historiador Xosé Alfeirán se corresponden con un balneario, que podría ser el del tal Ruperto.
El estudio de Lindoso-Tato y Vilar-Rodríguez se para en 1935. Siete años después, en 1942, se abre la piscina de La Solana. Pero esa ya es otra historia.