La reivindicación del descanso vecinal no solamente tiene el volumen de la música como kriptonita y los pubs que la provocan en el foco. En la ronda de Outeiro y durante la última década ha sido constante la angustia provocada por el aparcamiento subterráneo y los vehículos que, en muchas ocasiones a más velocidad de la debida, circulaban a la altura de las Casas de Franco. Sin embargo, la dificultad para conciliar el sueño tiene las horas contadas, después de que la empresa concesionaria, a instancias del Ayuntamiento, comenzase las obras para sustituir la obsoleta placa metálica encargada de la ventilación. Aunque para ello dejase sin aire, en el sentido figurado, a los inquilinos de los pisos próximos.
Las obras comenzaron el pasado martes y se dividirán en dos fases, prácticamente entre el comienzo y el final de las ya célebres Casas de Franco. La primera de ellas, a la altura de la calle del monasterio de Toxos Outos, debería quedar completada esta semana. La otra gran placa, unos 200 metros antes, se completará la semana que viene. La operación consiste en sustituir por completo la parrilla de cada zona por una nueva totalmente galvanizada, que permitirá un aislamiento acústico mucho mayor. El estado de la instalación sorprendió incluso a los trabajadores , por el deterioro que presentaba la estructura. “Es normal que se quejaran los vecinos, estaba todo totalmente suelto”, reconocen fuentes de la obra. Incluso desde el Ayuntamiento se apunta a “tiempo instando a la concesionaria a actuar, porque es su competencia”.
La valoración de los profesionales da la razón a la versión de los vecinos, quienes prácticamente habían tirado la toalla a la hora de transmitir sus quejas. “Desde la época de Carlos Negreira se hacen arreglos provisionales, se ponen chapas y éstas rápidamente se sueltan”, lamentaba el año pasado Aníbal Rodríguez, vicepresidente de la asociación de O Ventorrillo. Ahora, con el horizonte de tranquilidad cada vez más cercano, describe así el calvario que ha supuesto toda una década sufriendo el paso de cada coche en una de las arterias con más tráfico de la ciudad: “Realmente era muy difícil dormir, porque el ruido era estremecedor. Además, también hay un problema de filtraciones, como demuestra el hecho de que muchos cesionarios tapan sus coches con lonas, y eso ya es una cuestión de seguridad”.