Es verano y la gente se pasa el día al aire libre, disfrutando (o soportando) el sol y las altas temperaturas. Las zonas más emblemáticas de la ciudad se llenan de propios y extraños, generando aglomeraciones que se convierten en el coto de caza de los ladrones. Fuentes de la Policía Nacional reconocen que estas semanas se están registrando un aumento de los hurtos (aunque, por el momento, es difícil cuantificar) y señalan tres puntos claves donde actúan los carteristas: la plaza de Lugo, la avenida de La Marina, y las playas de Orzán y Riazor, aunque cada una presenta sus particularidades.
En el caso de La Marina, donde existe mucho espacio pero abundan las terrazas, son los clientes de estas los que tienen más posibilidades de sufrir un robo. “Es fundamental que mantengan el control de sus pertenencias. Están tomando algo, charlando con un amigo y cuando quieren darse cuenta, su teléfono no está”, explican desde la Policía Nacional. Hábitos como dejar el bolso en el respaldo del asiento facilitan que alguien pueda echar mano al interior, advierten las autoridades.
En el caso de la plaza de Lugo, siempre ha sido una zona muy concurrida por su carácter comercial, pero desde que se peatonalizó la calle Compostela y se instalaron bancos, se ha popularizado como punto de encuentro. Los delincuentes acechan a la gente que se sienta en los bancos a la espera de poder robar un bolso o una mochila que se dejan a un lado.
Más fácil resulta en el caso de las playas de Riazor y Orzán. “No todos los arenales funcionan igual. En el caso de Matadero, la gente se conoce casi toda, y sabe quién ha dejado allí la toalla, o la bolsa”, explican desde la Policía Nacional. A los sospechosos en la playa se les detecta porque van en ropa de calle. Dado que muchas veces el bañista está vigilando sus cosas, la única alternativa que tiene es coger la mochila y correr hacia la calle antes de que puedan darle alcance.
Habitualmente, por estas fechas se denuncian unos diez hurtos al día, según datos extraídos del Ministerio del Interior. Sin embargo, la Policía Nacional sospecha que puede existir una ‘cifra negra’ de robos sin denunciar. Por ejemplo, en el caso de los turistas que visitan la ciudad en trasatlántico. Por otro lado, es cierto que algunos de los hurtos denunciados son simples pérdidas, que se tratan de hacer pasar por robo para cobrar el seguro.
Las mismas fuentes policiales admiten que cerca del 60% de los hurtos los cometen poco más de 40 delincuentes, viejos conocidos de la Policía Nacional, muchos de ellos toxicómanos. Se dedican a robar a transeúntes, establecimientos (las perfumerías son sus favoritos o supermercados, donde suelen actuar los de “peor aspecto”) o en coches, que suelen estacionarse en las proximidades de las playas.
“Les detenemos dos o tres veces por semana, pero como las penas son leves rara vez acaban en la cárcel”, comenta un agente. Sin una solución clara a un problema como este, solo queda esperar a que pase el buen tiempo y con él, las aglomeraciones.