Pasan tan solo dos minutos de las nueve de la noche cuando la Joven Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) empieza a calentar el ambiente mientras el público recibe a su director, Julio Awad, entre aplausos.
La Semana Clásica de las Fiestas de María Pita llega a su fin. Falta algo, el broche final, que lo pone tan solo un minuto después, a las 21.03 horas, la aparición en el escenario de la cantante malagueña Diana Navarro.
Con el paso orgulloso y elegante de las divas de la copla entra vestida de brillante blanco, con mantón azul y rojo y su característica melena morena ondulada para entonar, como apertura, ‘Ojos verdes’. Lleva unos segundos en el escenario y los aplausos la interrumpen.
En su saludo, recalca el honor que supone cantar en una plaza que lleva el nombre de una mujer con la fortaleza suficiente para arrancarle la lanza al enemigo y seguir batallando, al tiempo que hace un alegato al poder de la cultura.
Los aplausos que recibe son también para la Joven OSG, para quien ella también los pide y señala que son el futuro. No será la primera vez que se ponga a sus pies, más adelante, solicita de nuevo otro aplauso pero, esta vez, también anima a los músicos a que se levanten para recibirlo.
Su repertorio, compuesto de flamenco, copla y zarzuela –como ella misma indica–, se anima y la Diana más dicharachera mueve con gracia sus manos, gestualizando de forma alegre y expresiva mientras canta ‘El tango de la Menegilda’ a la que sigue la conocida ‘Campanera’, tras la cual bebe agua y sí, metida en faena, se quita el mantón.
Las palmas acompasadas del público acompañan su interpretación divertida de ‘Tarántula’. Los presentes se animan pero quieren algo con ganas. Tanto que un espontáneo grita “‘¡Sola!’” a lo que Navarro, con soltura, responde que para escuchar ‘Sola’, una canción con 20 años de solera del disco que la dio a conocer, “hay que esperar un poquito más, caballero”. “Si la canto ahora, me tengo que ir”, subraya sonriente.
Sin embargo, el silencio de los asistentes acompaña también el poderío escénico de Diana Navarro. Es el turno, entre otras, de ‘Mare mía’ y la malagueña saca, a continuación, su vena reivindicativa contra los divorcios cruentos y en alabanza de los abuelos entregados con ‘Los niños no’; la defensa de aquellos que tienen que dejar su hogar en recuerdo de su conocida y querida boliviana ‘Olivia Ovidia’, se ha vestido de un colorido amarillo.
Reflexiona sobre los seres queridos que se han ido con ‘Adiós’ y, sí, sobre sus inicios, cuando entonaba ‘No te olvides de mí’ como una declaración de intenciones que afirma que “viendo esta plaza llenita parece haber cumplido su objetivo”.
El bochorno mueve abanicos en el público que se mimetizan con la atmósfera creada por Navarro en la que no falta un “¡Olé!” ni tampoco un "¡Brava!".