Apenas tres millones de habitantes, una diáspora de personajes ilustres desde el tenis al show business y con la morriña y la resiliencia como señas de identidad, Armenia ha encontrado su sitio en Palexco en un lugar acorde con realidad geográfica e históricas: en el 133, en el medio y medio de los 250 stands de Womex, a modo de metáfora de su cruce de caminos entre Oriente y Occidente. 

La poblada delegación armenia es quizás uno de los clúster más intensos y diversosde toda la feria. Agrupado bajo la común denominación Katapult Pavilion, se trata de un total de 17 propuestas entre aceleradoras, músicos, productores o escuelas: proyectos docentes, de digitalización, orfeones o música electrónica, sin olvidar las que quizás sean sus dos banderas más internacionales: el jazz y el metal. El primero por ser una variante única en el mundo y el segundo por haber marcado una senda internacional de la mano de los icónicos System of A Down. 

Precisamente, el trabajo de Katapult es aprovechar ese terreno sembrado y ofrecer todo lo que subyace en una tierra tan árida en lo geográfico como productiva en el ámbito cultural. "Si hablamos de un sonido típico armenio imagínate un dolor generacional, unido al deseo de vivir y crear, combinado con la naturaleza y tocado con un instrumento de viento, porque somos un país montañoso", indica Shoghakat Miké-Galstyan, responsable de la delegación y encargada de explicar Katapult junto a Lusine Voskanyan, Tatev Mkrtumyan, Sergey Umroyan y Vardan Peremuzyan. "La principal diferencia que tenemos es la cultura, la mentalidad de una región que representa unos ancentros determinados como cruce de caminos y mezcla de tradiciones", subrayan. 

Armenia es uno de los países que se han presentado en Womex en pleno conflicto bélico, en el Alto Karabaj. Su historia se escribe entre invasiones y resistencia, y precisamente de esa dura realidad histórica nacen tanto la lírica como la fuerza de sus composiciones, además de un marcado mensaje de paz. "Estamos preparados para ofrecer talento al mundo sin tiempos duros de por medio, y esperamos que eso llegue pronto; esto nos está obligando a hablar más y ser más responsables con el país", dicen. "Que jamás haya fronteras, tampoco para los artistas", añaden en referencia a la imposibilidad de tránsito con Azerbaiyán". De esos tiempos duros nació, también, una banda de jazz en la resistencia anti soviética que es ahora uno de los 17 proyectos de Katapult.